Hoy recordamos a otra santa española, nacida en La Rioja, concretamente en la población de Villavelayo, que se encontraba invadida por los moros, en el año 1043 y falleció en Millán de la Cogolla el 11 de marzo del año 1070, según muestran los archivos y datos recogidos de la vida de esta santa, quien fue en vida una monja que se dedicó por completo y exclusivamente a Dios.
Santa Áurea de San Millán
La biografía de esta notable mujer se encuentra recogida en un libro que escribió su padre confesor, quien recibía el nombre de Don Munio, cuyo relato posteriormente fue adaptado por un poeta medieval español de nombre Gonzalo de Berceo, en su obra “Poema o Vida de Santa Orea” quien indica que “era esta manceba de Dios enamorada, más quería ser ciega que verse casada”, como lo indica uno de los versos alejandrinos dejados por Berceo, para hacerle honor a esta santa, haciendo una muy concreta alusión al compromiso y a la devoción que Santa Áurea sentía por el Señor. Fue hija de García y de Amuña, quienes ante el hecho de no haber tenido hijo, hicieron mucha oración al Señor para poder tener descendencia.
Entre los datos más destacados recogidos en la biografía de Santa Áurea de San Millán, se deja constancia de que ella visitó el Monasterio de San Millán de la Cogolla y que allí pudo conocer a San Domingo de Silos, en tiempos previos a que éste llegase a fundar la abadía que hoy lleva su nombre. Fue a Domingo de Silos a quien Santa Áurea solicitó consejos sobre cómo consagrar su vida a Dios y entregarse plenamente a él, para poder distanciarse de lo que era mundano, y luego de recibir tales consejos, Santa Áurea de San Millán tomó definitivamente los hábitos y se encerró en completa soledad dentro del Monasterio de San Millán de Suso, de allí el agregado a su nombre.
Ingresó a la orden de las monjas benedictinas y casi al momento de su ingreso a la vida conventual, expresó que sus tres santas favoritas le habían hecho una visita en su celda, para alentarla a seguir su decisión de abrazar una vida en la fe con más ahínco.
Se cuenta que por lo que le restó de vida, Santa Áurea de San Millán se mantuvo en absoluta reclusión, convirtiéndose en una verdadera monja de clausura, teniendo que resistir incluso hasta las tentaciones de Satanás, de las que fue librada finalmente por San Domingo de Silos, luego de muchas oraciones y exorcismos, tal como se llevaban a cabo en aquella época, para que ella pudiera descansar en la eternidad y ascender a las posiciones de la santidad.
Desde la infancia demostró que no le interesaban las cosas terrenales, y siendo aún una niña, pudo estar presente en la romería que se realizó en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla, con ocasión del traslado del cuerpo de San Millán desde el monasterio de Suso al nuevo monasterio de Yuso.
En los últimos años de su vida, se dice que Santa Áurea tuvo visiones celestiales y que, luego de su fallecimiento, se le apareció en sueños a su madre que le sobrevivió. Según cuenta la tradición, Santa Áurea realizó múltiples milagros y los pobladores de los alrededores la visitaban con el propósito de pedirle consejos y que rezara por ellos. Pero pocos años después, contrajo una dolorosa enfermedad a la que finalmente sucumbió.
Aunque es muy importante recordar a Santa Áurea de San Millán, todos los días 11 de marzo el santoral católico recuerda la vida y las obras de otros santos y beatos que fueron ejemplo para la cristiandad y que hicieron esfuerzos por la difusión de la fe cristiana, que son San Benito de Milán, San Constantino de Escocia, San Oengo Cúldeo, San Pionio, San Sofronio de Jerusalén, San Vicente, abad, San Vidicaciano, Santo Domingo Câm, Beato Juan Bautista de Fabriano Righi, Beato Juan Kearney y Beato Tomás Atkinson