San Julián llegó a convertirse en uno de los escritores más relevantes de la Hispania Visigoda. Llegó a ser Obispo de Toledo y contribuyó con sus obras a esparcir la palabra de Jesús, así como los más importantes postulados cristianos entre las poblaciones sobre las que pudo ejercer su influencia. No sólo fue Obispo, sino que también fue teólogo, poeta e historiador.
San Julián de Toledo
Llegó a ser el Obispo de Toledo en el siglo VII, y de acuerdo a los registros católicos que se tienen, fue el precursor de tres concilios que tuvieron lugar en la Diócesis de Toledo. Este santo posee dentro de la página web de la Academia de la Historia, una sección importante dedicada a su vida y sus obras. Los historiadores e investigadores han llegado, por consenso, al acuerdo de que San Julián probablemente era descendiente de judíos, no obstante al momento de su nacimiento, su familia ya era conversa al catolicismo.
En su juventud, recibió la instrucción necesaria en la llamada escuela catedralicia que se encontraba en esa ciudad castellano-manchega, siendo encargada su formación al poeta y Obispo San Eugenio II. San Julián se destacó en su carrera por haberse convertido en un verdadero erudito en las enseñanzas eclesiásticas, por lo que fue un hombre que llegó a ser muy respetado, por causa de sus extensos conocimientos, gracias a lo cual pudo ganarse el apoyo y la confianza del mismo rey de los Visigodos. Eso le valió ser designado como sucesor del Obispo Quirico.
Estando ya en el ejercicio del cargo de Obispo de Toledo, San Julián llevó sus esfuerzos hacia la conciliación y la regularización de las prácticas entre los miembros de la iglesia, por lo que llegó a ser el precursor de varios concilios toledanos, mientras ostentó el cargo de Obispo de esa ciudad. Otro aspecto en el que San Julián sobresalió fue como escritor, debido a que se piensa que, después de Isidoro de Sevilla, fue una de los escritores más talentosos y relevantes de lo que era llamado en aquella época la Hispania Visigoda, siendo el escritor más prolífico que formó parte de la llamada escuela toledana y uno de los más relevantes en lo que toca a los temas religiosos. También realizó varios estudios teológicos empleando un muy depurado estilo literario, el cual era muy superior al que se empleaba en su época.
Su actividad también se vio reflejada en el aspecto político, debido a que San Julián defendía la causa del rey Wamba, en su escrito “Historia del rey Wamba”, donde describe la unción real de este en el año 672 y la rebelión de la Narbonense que ocurrió al año siguiente. Igualmente, fue muy cercano al rey Ervigio, a quien le dedicó dos de sus obras. Ervigio fue el sucesor de Wamba en el año 680, tras ser depuesto por motivo de la penitencia que había recibido. El rol que San Julián jugó concretamente en esta parte de la historia no se encuentra explicado claramente en los archivos, pero se cree que aparentemente tomó parte en un golpe de Estado desde el Obispado, ya que en ese cargo descansaba la responsabilidad del sacramento de la penitencia, así como el de la unción real, por lo que se debe concluir forzosamente que tuvo una importante participación en la imposición de la penitencia al rey Wamba.
Junto a San Julián de Toledo, la Iglesia Católica recuerda todos los 06 de marzo a otros beatos y santos que se convirtieron en un ejemplo de virtudes cristianas para los seguidores de Jesús, que en este caso son San Olegario, San Crodegango, San Evagrio, San Fridolino, San Marciano de Tortona, San Quirico de Tréveris, San Victorino de Nicomedia, Santa Coleta Boylet y Beata Rosa de Viterbo.