Fernando González, remero en Moaña y primer oficial de máquinas que se enroló por primera vez a Terranova

Fernando González Martínez es otro de los desaparecidos en el naufragio del ‘Villa de Pitanxo’, que desapareció a 450 kilómetros de la costa de la isla de Terranova, en Canadá. Remero en Moaña (Pontevedra), era primer oficial de máquinas y, por la información que tiene su familia, estaba trabajando de «guardia» cuando se produjo el accidente.

Su hijo Kevin ha traslado que apenas cuentan con la misma información que ha trascendido, la cual le ha llegado por la alcaldesa de Moaña, Leticia Santos. Entre otras cuestiones, les comunicaron la activación del protocolo para atender con apoyo sicológico a las familias.

«Creemos que estaba de guardia, estaba trabajando en ese momento, en la máquina», ha manifestado su hijo, quien explicó que la última noticia que tuvieron de él son los mensajes enviados a su pareja (del padre), en los que trasladaba «que estaban trabajando» y que hacía «muy, muy mal tiempo» y que el «barco se movía mucho».

Con 53 años, era su primera marea en Terranova. La anterior fue en Malvinas, con la misma compañía. «Conozco la estructura del barco, sé donde trabajaba, en el fondo del todo, trabajando es muy complicado salir si fue por un golpe de mar», ha lamentado su hijo, quien ha pedido que «se aclare la situación»: «No por mí, por el resto de mi familia y por tener un porqué, no por venganza, sino para que no vuelva a pasar».

«INCREMENTAR MEDIDAS»

El hijo de Fernando González sabe que el mar «es un riesgo muy grande», pero ha mantenido que «hay que incrementar medidas, tomar todas las precauciones». Además, ha pedido que el dispositivo de búsqueda «lo intente hasta que no se pueda más».

Kevin González sostiene que en «esas condiciones» en las que estaba el mar, el barco «debería buscar abrigo o no estar en situación de pesca». «Si está pescando, teniendo que virar, o levantando aparejo, es más desestabilizador», ha señalado.

Fernando González fue directivo de la Sociedade Deportiva Tirán y remero, al igual que Kevin, que además es entrenador de los más pequeños. «Cuando estaba en tierra, siempre echaba una mano», ha destacado.