San Policarpo llegó a ser considerado un obispo que fue martirizado en la hoguera, quien solicitó a los soldados que lo iban a quemar que no lo ataran a la estaca, porque no se iba a escapar, de modo que su actitud frente al martirio al que fue sometido fue absolutamente digna y por ello se lo recuerda en el Martiriólogo Romano.
San Policarpo de Esmirna, Obispo y Mártir
San Policarpo tiene entre sus logros haber sido discípulo de San Juan, y por orden de este Santo, San Policarpo comenzó a encargarse del ejercicio del episcopado en la ciudad de Esmirna, que geográficamente hoy se encuentra situada en Turquía, hecho que ocurrió alrededor del año 110.
De acuerdo con los escritos y registros que se han podido encontrar, se le atribuye a San Policarpo haber alimentado la fe y las creencias de los seguidores de Jesús por medio de las palabras que citamos a continuación: “Seamos, pues, imitadores de la pasión de Cristo, y su por causa de su nombre tenemos que sufrir, glorifiquémosle, porque ese fue el ejemplo que Él nos dejó en su propia persona y eso es lo que nosotros hemos creído”.
Ahora bien, San Policarpo no se entregó para ser martirizado por causa de demostrar que su fe era inquebrantable, como así lo hicieron muchos de sus acompañantes, sino que logró efectuar un retiro hacia un área del campo que se encontraba alejada de la ciudad, donde siguió practicando sus creencias cristianas, hasta que lamentablemente fue denunciado por algunos esclavos, presentándose al lugar varios soldados, con el objetivo de llevárselo arrestado.
Por supuesto, al ser encarcelado, se le dio a San Policarpo la opción de poder renegar y renunciar a su fe en Cristo, para poder evitar que fuera ejecutado ante el Precónsul. Pero San Policarpo nunca dudó, ni de su fe ni de su confianza en Dios y en su hijo, Jesús, y cuando le fue informado que la condena que se le había impuesto era ser quemado vivo en una hoguera, lo único que solicitó es que no lo ataran al poste, que lo dejaran en libertad frente al fuego, ya que no tenía intenciones de escapar del martirio.
Desde ese momento, tuvo absolutamente sentido lo que significa su nombre, pues, de acuerdo a sus raíces latinas, Policarpo quiere decir aquel que produce muchos frutos de sus buenas obras, ya que la raíz poli significa mucho y la raíz carpo significa fruto, por lo que la traducción literal de su nombre es muchos frutos.
Por acusa de la absoluta dignidad demostrada por Policarpo frente a su juez y sus martirizadores, muchos pobladores de la región comenzaron a interesarse por las enseñanzas de Jesús, llegando a convertirse varios de ellos al cristianismo, y varios mártires posteriores quisieron imitar la dignidad de San Policarpo al ser sometidos al tormento por las autoridades romanas.
Aunque la figura de San Policarpo, Obispo y Mártir es muy importante para el santoral romano, no es el único santo o beato cuyo onomástico celebramos el 23 de febrero, sino que se encuentra en compañía de grandes inspiradores de la fe católica, cuyas vidas y obras fueron muy importantes para esparcir las creencias en la cristiandad, que son San Juan Segador, Santa Milburga y San Sireno.