La Audiencia Provincial de Cantabria ha condenado a ocho años de prisión a un hombre por abusar sexualmente de un chico de 17 años que sufre una discapacidad intelectual cuando éste entró en los baños públicos de la estación de Feve de Santander.
En una sentencia que no es firme, el tribunal considera al acusado autor de un delito continuado de abuso sexual con acceso carnal por vía bucal, y además de la pena de prisión, le impone una medida de libertad vigilada posterior de cinco años.
En concepto de responsabilidad civil, le condena al pago de una indemnización al menor de 10.000 euros por los daños causados, y es que, según se desprende de los informes forenses, el chico presenta miedos propios de estrés postraumático.
Según el relato de hechos, en febrero de 2020 el acusado entró en los baños de la estación, donde permaneció 13 minutos. A lo largo de ese tiempo, entró el menor y entonces el hombre esperó a que otro usuario se marchara y se acercó a él.
«Observando que el chico presentaba indicios de discapacidad (estrabismo, torpeza motora y oral, caminar bamboleante), deseando el acusado satisfacer sus deseos sexuales, le hizo entrar con él en uno de los retretes privados diciéndole ‘entra, entra», explica la resolución.
Una vez los dos dentro y con la puerta cerrada, «aprovechando que el menor se encontraba atemorizado y sin capacidad de reacción, el procesado se bajó los pantalones, exhibiendo al menor su miembro viril, conminándole a que le hiciera una felación, haciéndolo éste por temor y confusión, dada su discapacidad, llegando el procesado a eyacular en la boca del menor».
Acto seguido, «el procesado bajó los pantalones y ropa interior del menor, haciendo aquél a éste otra felación» y después «le abrazó y le dio un beso».
Tras estos hechos, el acusado salió de los retretes y permaneció en la estación vigilando hasta que el menor salió de los servicios. Éste volvió en repetidas ocasiones a enjuagarse la boca y el acusado también. En una ocasión en la que coincidieron dentro, el procesado «le dijo que cuando quisiera podían ir a un hotel o a una playa nudista».
El menor contó a su madre lo ocurrido nada más llegar a casa, y ese mismo día ésta denunció los hechos, por los que el procesado estuvo en prisión preventiva tres semanas.
CONTRADICCIONES E INCONGRUENCIAS
En su sentencia, la sala considera que las declaraciones del menor, la grabación de las cámaras de seguridad y «las contradicciones e incongruencias notorias» advertidas en las declaraciones del propio procesado, permiten considerar que los hechos que han resultado acreditados son constitutivos de un delito continuado de abuso sexual con acceso carnal por vía bucal.
En este sentido, señala que el contenido de las manifestaciones del menor a lo largo de la instrucción y en el juicio ha sido siempre el mismo, además de que no se encuentran motivos espurios por su parte para perjudicar al procesado, dado que «no se conocían de nada».
Por el contrario, no considera «ni verosímil ni creíble» la versión del procesado, que «se ve contradicha palmariamente por las grabaciones de las cámaras de seguridad». Y es que el acusado dijo haber ido al baño porque sangraba de la nariz, cuando en ninguna de las grabaciones se aprecia este hecho o que llevara un pañuelo o una mano en la nariz; y también señaló «que no tuvo ningún encuentro con el menor y que no coincidió en los lavabos con él».
Sin embargo, para el tribunal la grabación «no deja lugar a la duda», ya que el procesado coincidió con el menor en el interior de los servicios de caballeros de la estación «nada menos que cuatro veces, la primera durante casi siete minutos (periodo en que sucedieron los hechos delictivos)», señala la sentencia.
Por todo ello, la Audiencia «ha obtenido la total convicción de que los hechos acontecieron tal y como los relatan las acusaciones», tanto pública como particular, y que son constitutivos del citado delito.
Contra la sentencia puede presentarse recurso de apelación ante la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria.