Según el Martitiólogo Romano, hoy celebramos a San Agricio, quien nació en lo que para la época se llamaba la Galia Bérgica, que hoy se encuentra en Alemania, llegando a convertirse en Obispo, entre cuyas actividades destacadas se encontró convertir en Iglesia al palacio que le fue regalado personalmente por Santa Elena. Sí, esa misma, la madre de Constantino, y el regalo se hizo en el año 330.
San Agricio
En su vida fue llamado también Agrecio, y sus actividades han tenido cierta relevancia en los últimos tiempos, debido a las discusiones que se han suscitado en torno a la autenticidad de la proclamada “Santa Túnica de Tréveris”. De acuerdo con un documento que no puede ser anterior al siglo XI, que ha sido tachado como puramente imaginativo, que supuestamente narra la vida de este santo, Agricio primero fue Patriarca de Antioquía, luego el Papa San Silvestre, a recomendación de Santa Elena, lo nombró Obispo de Tréveris.
Tréveris era una zona alemana que había sido evangelizada por lo menos dos siglos antes, pero por descuido de las autoridades eclesiásticas, prácticamente había vuelto a caer en el paganismo. La idea que s ele ocurrió a San Agricio fue crear más iglesias y estrechar los lazos que las unían con la Iglesia de Roma. Fue la propia Santa Elena quien lo animó a llevar a cabo esta labor, para lo cual decidió enviarle parte de las reliquias que se habían encontrado en la tierra santa.
De este modo, fueron enviados a Tréveris uno de los clavos que presuntamente fueron usados en la crucifixión, un cuchillo que supuestamente fue usado en la última cena de los apóstoles, los cuerpos de los santos Marta y Lázaro, y una presunta túnica inconsútil del propio Jesús. Pieza por la que precisamente se ha suscitado en estos tiempos una gran controversia. Lo que ocurre es que, por ser tan poco fidedigna la biografía de San Agricio, no puede ser tenida como un argumento para favorecer la autenticidad de dichas reliquias. Otro argumento en contra es que se ha dicho que una placa de marfil cuyo origen es bizantino, de la que algunos han dicho que se trata de una representación de San Silvestre y San Agricio llevando en un carro las reliquias enviadas por Santa Elena hasta Tréveris, es en realidad una representación del traslado de unas reliquias cristianas hasta Constantinopla, que tuvo lugar por orden del emperador León I, quien gobernó entre los años 457 y 474.
Otra afirmación que aparenta ser una ficción es que San Silvestre le dio a Tréveris, en las manos de San Agricio, una primacía sobre los obispados de Galia y de Germanía, pero lo único que se ha podido comprobar sobre San Agricio, es que estuvo presente en el Concilio de Arles, acompañado del conocido exorcista Félix, y que en el año 314 fue sustituido en su cargo por San Maximino, ya que de ello si existe un archivo eclesiástico fidedigno.
Lo cierto es que la celebración de San Agricio tiene lugar por su aparición en el Martiriólogo Romano, como uno de los santos a los que oficialmente se les conmemora el día 13 de enero, pero existen otros santos, santas, beatos y beatas cuyo onomástico también se celebra hoy, entre los cuales se encuentran San Bernón, San Godofredo, San Gumersindo, San Hilario de Poitiers, Santa Juta, San Kentigerno, San Pedro presbítero y mártir y San Vivencio.