Genoveva se trata de un nombre femenino que tiene origen en Gales, que se traduce como ola blanca y según los datos que aporta el Instituto Nacional de Estadística español, hoy más de 6.000 mujeres celebran su onomástico.
Santa Genoveva
Tuvo un origen muy particular, su padre de nombre Severus, (Severo), posiblemente tuvo un origen franco romanizado y su madre, de nombre Geroncia era descendiente de griegos. A partir de sus 16 años, Santa Genoveva se entregó a la vida ascética y conventual. Se cree que nació entre los años 419 y 423, en una aldea pequeña de nombre Nanterre, cercana a París, en donde su padre tenía una casa de campo pequeña, en la que se dedicaba a la cría de ovejas y a la industria de la producción de lana, que su esposa Geroncia hilaba.
Santa Genoveva tuvo la oportunidad de hacer de pastora del ganado lanar de su padre, en las orillas del Sena y en las laderas del monte Valerio, y al escuchar las narraciones de su padre sobre las vidas de los santos, decidió cuando tenía 7 años de edad se juró dedicar su vida a Dios.
Cuando Santa Genoveva apenas contaba con 10 años, se corrió la voz por Nanterre de la visita de dos ilustres Obispos de las Galias y de que iban a pasar por el pueblo, quienes eran Germán, Obispo de Auxerre y Lupo, Obispo de Troyer, quienes luego se convertirían en San Germán y San Lupo, y que se encontraban de camino a la Bretaña Francesa bajo órdenes del Papa Celestino I, con el propósito de combatir una herejía que se estaba extendiendo por esas tierras, el Pelagianismo.
Cuando estos Obispos se detuvieron en Nanterre, que era un pueblo consagrado a San Mauricio, toda la población se les acercó para recibir su bendición, y mientras se oficiaba el sermón por parte de San Germán, se cuenta que una luz celestial empezó a brillar en la frente de Genoveva, razón por la cual el Obispo, fijándose en este hecho, la mandó llamar y la besó en la frente, profetizando a sus padres que ella iba a ser una niña grande a los ojos de Dios, que su labor iba a ser convertir a muchos infieles a la fe cristiana y que muchos pecadores iban a alcanzar la redención gracias a su intercesión.
En ese momento, la niña le confesó al Obispo que ya había hecho la promesa al niño Jesús de que iba a ser su esposa, y el Obispo le contestó que Dios ya había aceptado su compromiso y que volviera al día siguiente para casarse con el señor. Al nacer el nuevo día sus padres llevaron a Santa Genoveva a la iglesia y el Obispo Germán puso su mano en la cabeza de la niña, consagrándola al señor y colgándole del cuello una medalla hecha en cobre, que tenía gravada la santa cruz.
Al cumplir los 15 años, Santa Genoveva se dirigió a París, para consagrarse como hermana en una comunidad de religiosas. Fue al ingresar allí cuando el Obispo de París, de nombre Flabiano, quien tenía ya conocimiento de su fama, vino a la comunidad religiosa a consagrarla, aunque no existieran aún los conventos propiamente, por lo que Santa Genoveva se devolvió a Nanterre y en la casa de sus padres comenzó a llevar una vida de religión, caridad y amor. Poco después de esto sus padres fallecieron.
Gracias a la labor realizada por Santa Genoveva, y los prodigios que presagiaron su destino, que eran conocidos en toda la comarca, muchos pecadores e infieles, conocedores de su vida y de su obra, abrazaron la verdadera fe.
Como era de esperarse, Santa Genoveva no está sola en este día del calendario eclesiástico, ya que se celebran otros santos, que son San Antero papa, San Daniel diácono y mártir, San Florencio obispo, San Gordio, San Luciano, San Teógeno mártir, San Teonas y San Teopempo.