Murió siendo Papa, el 31 de diciembre del año 335, y tuvo la oportunidad de hacerse representar en el Concilio de Nicea en el 325 por dos presbíteros, quienes ejercieron gran influencia en lo que en dicha reunión se discutió, sentándose las bases de una nueva religión el crecimiento que fue el cristianismo.
San Silvestre
El emperador Romano Constantino, luego de haber tenido una visión profética en una batalla, que consistió en el símbolo de una cruz en el cielo, decidió que su imperio debía convertirse al cristianismo, pero eran tantas las facciones, peleas y disputas, que ordenó la realización de un concilio para poder unificar la manera en que debía practicarse esta nueva religión de forma unificada y ello tuvo lugar en Nicea, en el año 325 de nuestra era, al cual asistieron los emisarios de San Silvestre y cuyo resultado fue una recopilación de textos evangélicos que se agregaron al viejo testamento y que hoy conocemos como la Sagrada Biblia.
En vida de San Silvestre, Constantino mandó a construir la primera Basílica de San Pedro, y su actividad durante esa época fue glorificada con el paso del tiempo. Su nombre aparece en la ‘Depositio Episcoportum’ y su memoria está en el ‘Martiriólogo Romano’.
San Silvestre nació en Roma, en el año 270, y tuvo el privilegio de influir en la creación de la Sagrada Biblia y de dirigir a la Iglesia Romana en momentos en que cesaron las persecuciones y el emperador Romano declaró que la nueva fe que sería adoptada por Roma era el Cristianismo. Fue en el Concilio de Nicea en el que se afirmó que quien no creyera que Jesucristo fue el hijo de Dios no podría ser parte de la nueva Iglesia y se compuso el Credo, la oración que todos los cristianos entonan hoy.
Se dice que siendo joven, San Silvestre enterró a un cristiano que había sido asesinado por unos paganos, acto por el cual se ordenó su detención por el Prefecto de Roma, y después de que éste le tomó declaración, se dispuso a comer pescado, enterrándosele una espina en la garganta y muriendo acto seguido de asfixia, lo cual fue tomado como una señal divina. Al poco tiempo San Silvestre fue liberado y llegó a convertirse en Papa de Roma.
También es parte de la leyenda que fue el propio San Silvestre quien bautizó a Constantino, por lo cual le fue regalado el Palacio de Letrán, y desde ese momento se convirtió en la residencia de todos los Papas.
Todos los años, el 31 de diciembre, poco antes de la media noche, se corre la conocida ‘carrera de San Silvestre”, que culmina, por supuesto a comienzos del primer día del nuevo año, y se dice que la primera maratón de San Silvestre se corrió en Sao Paulo, Brasil, pero hoy es una tradición en la que participan, muchos países, pero lo cierto es que la maratón de San Silvestre se inspiró en una carrera que se efectuada en París, todos los días primero de enero, por hombres que llevaban antorchas para iluminar la llegada el nuevo año, que fue reseñada en Brasil por el periodista Cásper Líbero, de quien muchos tomaron la idea y hoy lo demás es historia.
En España, la primera carrera se celebró en el país vasco, en 1961, extendiéndose por todo el país, pero la de mayor tradición y duración es la que se celebra en Vallecas, de forma ininterrumpida desde el año 1964, en la cual participan más de 40.000 personas para despedir el año viejo y darle la bienvenida al nuevo año y todo surgió de una idea que se le ocurrió a Antonio Saburiego, considerado el padre de la San Silvestre de Vallecas, en un bar del Puente de Vallecas, quien ya estaba harto de las carreras en el campo y quería que una se celebrara sobre el asfalto y entre cañas y cañas se pudo a compartir su idea.
No hizo falta más, los vecinos se encariñaron con la idea, se pusieron a trabajar y crearon una de las tradiciones atléticas más importantes de este histórico barrio. Así que si vas a competir en una de las tantas carreras de San Silvestre que existen, no te olvides de agradecerle al Santo por esta hermosa tradición, ni de felicitar a los que se llamen Silvestre, aunque este no es el único santo que se celebra en esta fecha, sino que está acompañado por Santa Melania, San Barbaciano, San Mario, San Zótico y Santa Columba.