Científicos han revelado, por primera vez, los tejidos blandos de un fósil de amonita de 165 millones de años utilizando imágenes en 3D.
Descubrieron que los moluscos ahora extintos lucían hiponomas: sifones en forma de tubo a través de los cuales se expulsa el agua para propulsar a los animales hacia adelante en el agua, como se encuentra en los calamares y pulpos modernos. También encontraron músculos fuertes que los amonites solían retraer en sus caparazones para defenderse de los depredadores.
El equipo, dirigido por investigadores de la Universidad de Cardiff e incluido el Imperial College de Londres, encontró esto analizando los músculos y órganos de un fósil de ammonites excepcionalmente bien conservado encontrado hace más de 20 años en Gloucestershire, Reino Unido.
La investigación, publicada en Geology, marca la primera vez que las partes más blandas de una amonita se visualizan en tres dimensiones, y es gracias a una combinación de tecnología moderna, la preservación excepcional del fósil y la colaboración entre equipos e instalaciones interdisciplinarios.
Los hallazgos añaden información sobre cómo vivían las amonitas y son evidencia de que los coleoides, el subgrupo de animales que contienen calamares, pulpos y sepias, podrían estar evolutivamente más cerca de las amonitas de lo que se pensaba anteriormente.
En un comunicado, el coautor del estudio, el Dr. Alan Spencer, del Departamento de Ciencias de la Tierra e Ingeniería de Imperial, dijo: «Esta amonita está muy bien conservada, lo cual es muy raro. Las nuevas técnicas de imágenes nos permitieron visualizar las partes blandas internas de ammonites que hasta ahora han resistido todos nuestros esfuerzos anteriores para describirlos. Este es un gran avance en la paleobiología de ammonites».
Las amonitas, que se extinguieron hace unos 66 millones de años, una vez prosperaron en los océanos cuando los dinosaurios dominaban la Tierra. Se encuentran entre los fósiles más comunes en todo el mundo, pero casi todo lo que sabemos sobre ellos hasta ahora se basa en sus cáscaras duras, ya que se conservan más fácilmente durante milenios que los tejidos corporales. Por lo tanto, los fósiles de ammonites con músculos y órganos conservados son extremadamente raros.
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores estudiaron el fósil de amonita de cinco centímetros de ancho que se encontró dentro de un sedimento jurásico expuesto en un sitio de Gloucestershire en 1998. Observaron los tejidos blandos restantes del fósil y las cicatrices donde los músculos una vez se unieron al interior de su caparazón.