Conservación y restauración son dos actividades profesionales dedicadas a proteger y reparar obras de nuestro patrimonio artístico y del acervo cultural del país, para transmitirlo a generaciones futuras. Se realizan estas intervenciones no solo para administraciones públicas, también entidades privadas y personas físicas lo procuran.
Una de las claves para potenciar la economía circular es el reaprovechamiento de materiales. Para concienciar a la población se ha popularizado la regla de las 3R: reducir, reutilizar y reciclar. Es decir, tirar menos basura, ahorrar dinero y ser más responsables, reduciendo la huella de carbono.
Reducir o simplificar el consumo de productos directos, es decir, todo lo que se compra y consume. De este modo también frenamos los desperdicios alimentarios a la vez que gastamos menos dinero. Cuando son varias personas en casa, comprar los envases familiares ayuda a gastar menos dinero siempre y cuando se vaya a consumir toda la cantidad antes de que caduque.
Reutilizar elementos que aún pueden tener un nuevo uso antes de deshacernos de ellos. También ayuda a la economía doméstica, incluso para empresas.
En cuanto al reciclaje, someter los materiales a un proceso que permita volverlos a utilizar, reduciendo de forma significativa el consumo de nuevos materiales, echando menos elementos a la basura y ahorrando dinero.
Cada ciudadano genera un promedio de un kilo de basura al día, es decir 365 kilos por persona y año. Buena parte de ella son envases y embalajes, en su mayoría, de un solo uso y elaborados a partir de materias primas no renovables o que, pese a ser renovables, muchos no reaprovechan. Introducirlos en la cadena del reciclaje puede permitir aprovechar esa materia prima para otros envases nuevos, sea el plástico o el papel que, una vez tratado, se puede volver a introducir en el mercado, frenando la tala de árboles para este objetivo.
LAS 3 ‘R’ ESTÁN AL ALCANCE DE TODOS
En materiales como el papel, sencillamente utilizaremos papel reciclado para evitar la tala de árboles y ahorrar energía. Una tonelada de papel fabricado a partir de celulosa virgen requiere 2,4 toneladas de madera, 200.000 litros de agua y unos 7.000 Kw/h de energía. En cambio, para una tonelada de papel reciclado dividimos por 100 el consumo de agua: unos 2.000 litros y la tercera parte de energía: 2.500 Kw/h.
Al comprar debemos fijarnos en la procedencia de estos productos, usar papel reciclado. Imprimir si es estrictamente necesario. Utilizar carpetas electrónicas para compartir información si se puede, evitando imprimir. Usar tóner reciclable.
Para reutilizar, el folio se puede emplear para apuntes o textos que no requieran hoja nueva. Una caja se puede convertir en otra para almacenar elementos distintos en casa o en el trabajo.
Algo parecido ocurre con los envases, botes, bricks y otros elementos de plástico y vidrio. Para producir una tonelada se gastan más de 15.000 Kw/h y se generan un total de 5 toneladas de residuos minerales, además de vapores que pueden producir lluvia ácida. Se pueden reciclar todos. Además, el vidrio tiene hasta 40 o 50 procesos posibles de reciclaje. Son materiales que tardan entre 300 y 600 años en degradarse.
Para evitar acumular envases, tomar las bebidas en vaso y comprar bricks familiares, evitando tirar cada toma de brick y de pajita para beber. Los frascos podemos reutilizarlos para guardar comida o líquidos. Las bolsas de plástico, al tirarlas, también contaminan. Por ello es necesario llevarlas al contenedor amarillo, ya que el 10% de las que no han sido recicladas acaban en las costas y tardan más de 100 años en degradarse, provocando ahogamiento de animales que las confunden con comida en el mar.
Las pilas, los Cd’s usados y los neumáticos también conviene llevarlos a las zonas de retorno y reciclaje. Una pila normal puede contaminar hasta 1.000 litros de agua de un acuífero y algunas de las más potentes llegan a contaminar hasta 600.000 litros. Emplear baterías recargables reduce considerablemente el peligro.
RESTAURAR ES VALORAR TUS BIENES
Hay materiales que no son fácilmente reciclables pero que pueden ser arreglados o restaurados. Hablamos de muebles, enseres grandes, espejos y otros productos que, pese a tener una parte rota o deteriorada, tienen posibilidades de uso. Si no por nuestra parte, sí por parte de otras personas.
Existen profesionales que reparan y, pese a un tiempo en el que estaba de moda usar y tirar, ahora vuelven a ver cómo florece su colectivo: los tapiceros dejan nuevos los sofás, las sillas y muebles. Un buen ebanista puede dar brillo y reparar maderas nuevas y viejas. La pintura, hecha por personas que saben manejarla, puede darnos sensación de cambio en nuestro hogar. En el caso de no saber cómo aprovechar un elemento, hay muchas personas que contactan por internet y se lo llevan para restaurarlo. Además, si se trata de un mueble de mucho valor artístico o con muchos años, un anticuario lo puede renovar.
Restaurar, en definitiva, consiste en dar valor añadido a un activo y, en consecuencia, considerarlo como una joya, algo cuyo valor económico nunca puede suplir el afectivo o sentimental.
Si nos referimos a obras de nuestro patrimonio personal o público, conservar y restaurar son dos actividades profesionales básicas que permiten mantener el acervo cultural para transmitirlo a generaciones futuras. Estas intervenciones las promueven particulares, empresas y entidades públicas.
La restauración puede considerarse como una labor científica ya que manejan diversos productos químicos y materiales específicos para tratar maderas, obras arquitectónicas, pinturas al óleo, acrílicas, tallas en mármol, papiros antiguos y otros bienes que tengan trascendencia en el tiempo.
RESTAURACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL
Patrimonio cultural se refiere a todo lo que el hombre produce con su ingenio y que transmite a sus generaciones futuras, como hecho cultural o de comunicación, lengua, relaciones sociales, ritos, ceremonias, comportamientos colectivos, creencias y sistemas de valores.
Puede ser patrimonio cultural intangible o tangible, y entre éstos, se establecen dos subcategorías. Los bienes inmuebles que no se pueden desplazar. No son solo edificios, también pinturas murales realizadas sobre techos, bóvedas, lienzos o tablas adosadas a paredes, retablos, relieves, pisos, techos, vitrales, puertas, ventanas, fuentes, cruces atriles y esculturas adosadas a la arquitectura.
En cuanto a los bienes muebles, que se pueden trasladar de un lugar a otro, destacan pintura, escultura, gráficas, obra bibliografía y hemerográfica, fotografías, textiles, mobiliario y objetos ornamentales.
Los conservadores combinan términos prácticos, teóricos y técnicos en sus actividades. Interpretan los valores reconocidos por ese elemento, crean una estrategia de trabajo que se somete a valores éticos de su profesión y a documentos, leyes y convenciones que les marcan los límites de sus acciones.
La conservación puede ser preventiva, con políticas, medidas y acciones encaminadas a evitar el deterioro y la pérdida del patrimonio.
La conservación curativa o directa es la reparación de estos bienes que ya se han deteriorado o roto y a los que conviene devolver la forma, eliminar corrosión, acidificación, infestación o salinización y consolidar para devolverlos a su estado anterior.
En cuanto a la restauración, son acciones aplicadas a un bien individual para mejorar su apreciación, uso o comprensión. Se restaura un cuadro o una mesa o una pared cuando ha perdido parte de su significado o función por alteración o deterioro en el pasado. Con la restauración se suele modificar el aspecto de ese elemento, y sus responsables dejan indicado qué partes han sido restauradas y, por tanto, no son parte del original.