La federación de asociaciones y centros de ayuda a personas en situación de calle y sin hogar FACIAM ha alertado de un «nuevo rostro del sinhogarismo«, el de los jóvenes, ya que el 30% de personas atendidas en sus centros son menores de 30 años, y con una media de edad de 21 años.
«Siguen viniendo más rostros, el de los jóvenes, por ejemplo, estamos llegando a un 30% de atención en los centros de jóvenes, marcamos 18-30 años como límite para llamarnos jóvenes, pero la media ronda los 21 años, es decir, es gente muy joven, es un nuevo rostro en el sinhogarismo», ha advertido la presidenta de FACIAM, Susana Hernández.
Así lo ha indicado este jueves en una rueda de prensa con motivo de la celebración el próximo domingo 31 de octubre del Día de las Personas sin Hogar. También ha advertido que están viendo crecer has un 25% el porcentaje de mujeres en situación de sinhogarismo a las que atienden en sus centros.
Las asociaciones que participan en la coordinación de esta jornada han elegido para este año el lema ‘¿Sin salida? Perdidos en un sistema de protección que no protege‘ y la imagen de un laberinto, para visibilizar las barreras a las que se enfrentan las personas sin hogar, las dificultades para acceder al sistema sanitario, a un empleo, a una vivienda digna, a una garantía de renta u otros servicios sociales.
En el acto, que ha tenido lugar en la Librería San Pablo de Madrid, se ha leído un manifiesto en el que las personas sin hogar han reclamado a las administraciones públicas que crezca el parque de viviendas sociales, que es «insuficiente«, para que las entre 30.000 y 40.000 personas que no tienen un hogar en España puedan tener «una vida digna«.
En relación a los datos que reflejan la realidad de estas personas, la presidenta de FACIAM ha destacado que «solo un tercio» recibe una prestación social y «solo el 5,6% de las personas sin hogar ha recibido el Ingreso Mínimo Vital (IMV)».
Para poner rostro a estas cifras, en la rueda de prensa han contado su historia tres personas en situación de sinhogarismo, como Dubraska, que salió de Venezuela hace seis años con su hija con Síndrome de Down y una grave cardiopatía, vive en un centro residencial y se ha enfrentado a barreras administrativas y trabas para encontrar un empleo, sin poder dejar a su hija a cargo de nadie.
«La renta mínima no me permite tener mi vivienda, son 714 euros al ser madre sola con una hija, pero realmente cuento con 630 euros, con eso ¿qué pagas? No se puede pagar un alquiler», ha explicado Dubraska. Y ha añadido que no solo es el alquiler sino también la terapia de la niña, su alimentación o sus zapatos especiales.
Dubraska se ve «atada de manos«. «Es un bucle, la niña no tiene hogar, no tienes trabajo, no puedes trabajar porque vuelve a enfermar y vas de centro en centro, llevamos seis años así, mi hija no sabe lo que es un hogar, una simple cama dice que es su cuarto», ha relatado.
SINHOGARISMO Y VIOLENCIA DE GÉNERO
También ha compartido su testimonio María Jesús, profesora de educación infantil, que llegó a un albergue tras sufrir un ictus, después de haber vivido años en la calle y en hostales. A su situación se ha sumado la de ser víctima de violencia de género.
«Yo vivía muy bien, tenía muchas llaves, del coche, de la casa, y se cruzó en mi camino una persona de la que me enamoré, los dos primeros años fueron increíbles, de viajar, de darme todo y más, pero llegó el maldito alcohol y las malditas pastillas y se acabaron los viajes y la vida porque empezó a pegarme», ha recordado.
Ahora, María Jesús lleva en su cuerpo las cicatrices de 32 puñaladas, las que le asestó su pareja, aunque asegura que las que más duelen son «las psicológicas». Tras aquel episodio, después de entrar él en la cárcel y suicidarse, ella se vio pidiendo en la calle, lejos de su familia y sin trabajo. Ahora vive en el centro Juan Luis Vives donde ha vuelto a encontrar el amor y con la esperanza de poder rehacer su vida.
Igualmente, ha contado su historia Carlos, un hombre que pasó de una muy buena situación económica y social a vivir en su coche, tras divorciarse y quedarse en el paro. Él se ha encontrado, entre otras barreras, con la falta de empatía y con el «desamor».
TRES AÑOS DURMIENDO EN UN COCHE
«Cuando el juez me dijo que tenía que abandonar el domicilio, salí con mi maleta, miré a izquierda y derecha y caminé. Pasé tres años durmiendo en un Renault Clio«, ha detallado. Sus hijos, tal y como ha explicado, le llevaban comida y pasaban tiempo con él pero ha recordado que fueron tiempos «muy difíciles».
Ahora está a punto de recibir la jubilación, aunque teme que, por «escasa diligencia» en la atención de una persona de la administración la situación se pueda prolongar y no la reciba hasta dentro de dos años y seis meses, y no sabe si estará preparado.
En el acto también ha participado el responsable de la Campaña de Personas Sin Hogar en Cáritas Española, Enrique Domínguez, que ha señalado que desde la labor social de la Iglesia católica atienden a unas 40.000 personas sin hogar en España, un dato que contrasta con la cifra oficial de 33.000 personas sin hogar de la Estrategia Nacional Integral para Personas Sin Hogar de 2015. En este sentido, ha pedido que se actualicen los datos porque temen que la realidad sea mucho mayor.
Además, ha alertado de que los sistemas actuales de protección no son suficientes, ya que según sus últimos datos, «más de 700.000 personas acompañadas por Cáritas no disponen de dinero para pagar la vivienda ni los suministros, y el 20% de las familias atendidas se han visto obligadas a cambiar de vivienda». Por ello, ha reclamado un sistema de protección «preparado, accesible y que realmente proteja» a las personas sin hogar.
Tras la rueda de prensa, a las 11:00 horas se ha celebrado una marcha desde la Plaza de Callao hasta la Puerta del Sol protagonizada por personas sin hogar, acompañadas por entidades y recursos de la red de atención a personas sin hogar de Madrid. En la Puerta de Sol se han concentrado para la lectura de un manifiesto.
Delante del escenario han simbolizado un laberinto donde han situado objetos creados por las propias personas sin hogar que representan los obstáculos que encuentran en su día a día y que les impiden salir de su situación.