Investigadores del CiMUS de la USC han identificado nuevos biomarcadores de cardio-toxicidad en pacientes con cáncer de mama, lo que ofrece una mejor caracterización del paciente oncológico a terapias potencialmente tóxicas y permite prevenir y minimizar efectos adversos, optimizar su manejo, garantizar una mayor calidad de vida, así como describir nuevas dianas terapéuticas.
La cardiotoxicidad se considera en la actualidad una de las complicaciones más comunes asociadas al tratamiento quimioterápico. De este modo, las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte entre los supervivientes al cáncer.
La predisposición a la cardiotoxicidad es multifactorial y puede condicionar el acceso a un tratamiento adecuado, la costa de un peor pronóstico en el proceso oncológico. Hasta hace poco a cardiotoxicidad se asociaba el uso de antraciclinas, debido a su amplia prescripción y al mayor número de estudios; sin embargo cada vez mas datos apuntan el uso de citostáticos de nueva generación afectan también la función cardiaca.
En la actualidad el diagnóstico depende de cambios en la fracción de exección del ventrículo izquierdo o en la detección de marcadores séricos como troponinas y péptidos natriuréticos. Esto limita el diagnóstico a un daño sintomático, en algunos casos irreversible.
En este contexto resulta esencial disponer de herramientas que permitan una adecuada estratificación del riesgo y el diagnóstico temprano, a fin de prevenir y minimizar los potenciales efectos adversos sobre el sistema cardiovascular y la interrupción del tratamiento contra el cáncer.
Precisamente, el objetivo del presente trabajo, supervisado por Ricargo Lage, Isabel Moscoso y José Ramón González Juanatey, ha sido evaluar si las diferencias individuales en el perfil de expresión de miRNAs y en los niveles de adipokinas circulantes, junto con los parámetros ecocardiográficos, que permiten una mejor caracterización del paciente oncológico sometido a terapias potencialmente cardiotóxicas.
«Nuestros resultados muestran diferencias específicas, tanto en la expresión de miRNAs como nos niveles de adipokinas circulantes, que en conjunto con los parámetros ecocardiográficos podrían explicar la diferente susceptibilidad a desarrollar cardiotoxicidad y señalan las vías que podrían estar implicadas en la misma, abriendo la puerta a identificación de nuevas dianas terapéuticas», ha explicado la autora del trabajo, María Cebro.