España estuvo en 2020 a la cabeza entre los países con un mayor exceso de mortalidad asociada a la COVID-19, según un estudio realizado por el Consorcio de Mortalidad COVID-19 (C-MOR) que representa a 33 instituciones y del que la Universidad de Oviedo es la única representante en España.
El consorcio comparó la mortalidad en 22 países y territorios en los cinco años anteriores con las muertes entre enero y agosto de 2020 y descubrió que, sorprendentemente, algunos mostraban un exceso de mortalidad por todas las causas, mientras que otros tenían un exceso de mortalidad mínimo o incluso disminuido.
La mortalidad por todas las causas, tanto en total como para hombres y mujeres, fue más alta durante 2020 en comparación con el promedio de los cinco años anteriores en Brasil, Chipre, Reino Unido, Gales, Francia, Italia, Irlanda del Norte, Escocia, Estados Unidos, Eslovenia, Suecia y España. De hecho, el mayor exceso de mortalidad, se observó en Inglaterra y Gales, España, Estados Unidos, Escocia, Brasil e Irlanda del Norte. Fue menos pronunciado en Francia, Italia, Eslovenia, Chipre y Suecia.
El informe, publicado en el ‘International Journal of Epidemiology’ por la Oxford University Press, revela también que, dentro de los países con una tasa de mortalidad más alta en 2020, la COVID-19 fue la causa primaria de muerte en Brasil, Irlanda del Norte, Escocia, España, Eslovenia y Suecia y como causa primaria o subyacente en otros cinco: Chipre, Inglaterra, Gales, Francia, Italia y Estados Unidos.
Además en los países con un exceso de muertes estadísticamente significativo durante 2020, las muertes reportadas por la COVID-19 fueron la causa del 68,55 del exceso de muertes en España, el 80,7% en Estados Unidos y el 96% en Inglaterra y Gales. En Brasil, Francia, Italia, Irlanda del Norte y Escocia, la contribución de la COVID-19 al exceso de muertes pue superior al 100%. Por semanas, y en el caso de España, el mayor exceso de muertes se registró en el periodo comprendido entre el 16 de marzo y el 26 de abril.
Los autores del estudio destacan en su informe que comprender el impacto de la pandemia, tras la aparición del SARS-CoV-2 ha sido un desafío para la comunidad científica. La estadística de mortalidad por COVID-19 no tiene en cuenta aspectos como el acceso limitado a las pruebas médicas, la tensión sobre los sistemas de salud o las muertes derivadas de las medidas de restricción. En resumen, la radiografía realizada por C-MOR reconoce que los países de todo el mundo carecen de una imagen precisa de la carga de mortalidad directa e indirecta por COVID-19.
Los investigadores de este consorcio internacional, entre ellos los pertenecientes a la Unidad de Investigación en Emergencia y Desastre del Departamento de Medicina de la Universidad de Oviedo, respondieron a este problema mundial con el diseño de un proyecto a escala global que se centró en medir el exceso de mortalidad asociado a la COVID-19.
Los socios del consorcio recopilaron y analizaron cinco años de datos de mortalidad de fuentes principalmente primarias. Su trabajo y colaboración dieron sus frutos con un conjunto de datos global centrado en el exceso de mortalidad desde el inicio de la pandemia hasta agosto de 2020.
«A medida que las enfermedades infecciosas emergentes y reemergentes se vuelven más comunes, nuestros resultados brindan lecciones valiosas sobre el impacto que las epidemias pueden tener en las poblaciones y también ofrecen información sobre lo que se puede hacer para mitigar este impacto», comenta el profesor Pedro Arcos de la Universidad de Oviedo.
El estudio muestra que algunos de los 22 territorios habían aumentado el exceso de mortalidad por todas las causas (Brasil, Inglaterra, Francia, Italia, Irlanda del Norte, Escocia, España, Suecia, EEUU y Gales), algunos tenían un exceso de mortalidad insignificante (Austria, Cabo Verde, Colombia, Chipre, Estonia, Israel, Noruega, Eslovenia y Ucrania), y algunos incluso habían reducido el exceso de mortalidad (Australia, Dinamarca y Georgia).
La investigación permitió evaluar también el impacto de las medidas de restricción asumidas por las autoridades gubernamentales sobre el exceso de mortalidad. Los autores señalan que, con carácter general, los países con mayor exceso de mortalidad tendían a tener medidas de control limitadas o retrasadas y viceversa. Además, describe que los patrones de mortalidad encontrados en los casos de Australia, Cabo Verde y Colombia probablemente estén influenciados por el momento de la pandemia en estos países, con sus latitudes más al sur.
Estos resultados representan uno de los estudios más grandes y extensos de la mortalidad por la pandemia realizado hasta la fecha, que utilizó predominantemente fuentes nacionales y primarias, a diferencia de los conjuntos de datos disponibles públicamente. El trabajo del consorcio sigue en marcha.
El profesor Pedro Arcos y el doctor Ángel Fernández, investigador de la Universidad de Oviedo, coinciden en señalar que «el consorcio está recopilando activamente datos de vigilancia precisos y oportunos. No solo continuaremos monitoreando el exceso de muertes, sino que también comenzaremos a estudiar la carga de morbilidad por COVID-19. Estos análisis nos ayudarán a comprender mejor y minimizar los efectos multidimensionales del virus en la salud», aseguran.