El tradicional pan de salaíllas es un verdadero referente de las festividades de la ciudad de Granada, donde suele disfrutarse acompañado de jamón y unas cuantas habas frescas. Este pan a diferencia de otros tiene la particularidad de ser delgado y cubierto con una fina capa de sal marina que le otorga un distintivo sabor.
El pan de salaíllas es toda una tradición en Granada y allí se le prepara de la manera más artesanal con una magia que inunda sus calles día tras día, año tras año y especialmente en las épocas de las festividades de mayo.
Aunque pueda parecer sencillo y muy humilde, la salaílla bien preparada resulta ser una verdadera delicatessen, de allí radica su permanencia a lo largo de los años y su arraigo en la cultura de Granada.
El toque especial del pan de salaíllas
A diferencia de otros panes, el pan de salaíllas lleva un rico y tradicional aceite de oliva no solo en la preparación de la masa, sino también sobre esta. El aceite y la combinación de sal gruesa en su superficie hacen a este pan sumamente adictivo.
Una salaílla recién horneada huele a gloria y comerla acompañada de trozos de jamón es toda una tentación, especialmente para aquellos que por alguna razón están a dieta y terminan oliendo su embriagante aroma en las calles de Granada.
El pan de salaíllas es para muchos de sus creadores una delicia muy parecida a la exquisita foccacia italiana, solo que mejor, pues al tenerla lista puedes rellenarla o acompañarla con lo que desees. Puede ser con sus tradicionales habas y jamón o también con un rico bacalao salado, el cual sin muchas pretensiones ha sido su fiel acompañante durante años de tradición.
La masa, la esponjosidad perfecta
Este pan termina tentando a todos por su olor, por su sabor y por supuesto por la textura de su masa. La masa es esponjosa y fresca, mientras que su exterior se siente crujiente y de aspecto dorado. El mayor secreto de Granada es la obtención de esta textura en un pan tan considerablemente delgado en comparación con otros, la suavidad que se alcanza en su interior combinada con su crujiente exterior es lo que termina haciéndolo realmente tentador.
De Granada para el resto de España: Cómo hacer el pan de salaíllas
Una vez que se prueba el pan de salaíllas es normal querer comerlo con mayor frecuencia. Por desgracia no en todas las panaderías se le consigue, o en donde se pueden conseguir, no necesariamente son elaborados con el apego tradicional que se requiere para su calidad. Lo mejor en estos casos es aprender a prepararlo en casa, siguiendo de cerca los pasos que se dan para lograr hacerlo con el mayor de los éxitos.
Hacer el pan de salaíllas no es nada difícil y una vez que le agarres el truco, lo harás con tanta pasión como los mejores panaderos de Granada. Comienza por mezclar en un bol 500 gramos de harina de trigo y 300 ml de agua. Mezcla muy bien estos dos ingredientes y déjalos reposar por 30 minutos.
Es importante el reposo de 30 minutos de la harina con el agua, a este proceso se le da el nombre de autólisis y permite que las proteínas de la harina desarrollen completamente el gluten. Esto te ayudará a que la masa se forme con más facilidad, se te pegará menos de las manos y necesitará menos tiempo de amasado.
Los amasados y los reposos, el truco de las salaíllas
Después de transcurridos los 30 minutos de reposo inicial, añade 4 gramos de levadura seca de panadería, 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra y una pizca de sal. El secreto de la textura de las salaíllas radica en los tiempos de amasado y reposo.
Cuando hayas integrado la levadura, la sal y el aceite, amasa por 5 minutos y deja reposar la masa por 10 minutos. Este proceso debes repetirlo hasta que sientas que la masa está completamente lisa y sin grumos.
El proceso de elaboración de la masa será algo largo, pero los resultados bien valdrán el tiempo invertido. Lleva la masa a un bol y dóblala sobre sí misma, estira y lleva hacia su centro cada lado, como si de un cuadrado se tratara. Déjala reposar durante 30 minutos y repites esta operación dos veces más.
Una vez hayas realizado tres plegados, deja reposar la masa para lograr el punto final de fermentación. Para llegar a la fermentación final déjala reposar por 1 hora. Transcurrido ese tiempo verás como la masa ha subido.
Dando forma a la salaílla, el paso final
Ya cumplidos los procesos de amasado, reposo y de amasado final y fermentación, te encuentras llegando a la cúspide de la preparación de este rico pan de salaíllas; y tal como te comentaba, te quedará como si lo hubieses comprado en Granada.
Cuando culmine el periodo de fermentación, coloca la masa sobre una superficie, desgasifícala y déjala reposar por 30 minutos más. Culminado este lapso de tiempo dale la forma redondeada característica de las salaíllas.
Con las yemas de tus dedos presiona sobre la superficie de la masa y vierte un buen chorro de aceite de oliva sobre ella, espolvorea sal gruesa y hornea en el horno precalentado a 220° C durante 20 minutos. Observa de cerca la salaílla, pues su cocción es rápida y dependiendo del calor de tu horno puede estar lista en menor tiempo. Cuando este doradita, estará lista.
Permite que se enfríe sobre una rejilla antes de degustarla, tal como te comentaba, puedes disfrutarla con jamón y habas. Un pan sencillamente delicioso, el cual puedes disfrutar desde casa sin tener que ir a Granada.