La nueva secretaria general de Podemos, Ione Belarra, tendrá que encarar para esta nueva etapa diversos retos, como definir la estrategia para lograr el objetivo proclamado de que el partido crezca, gestionar la bifecalia implantada en el seno de Unidas Podemos, feminizar la organización y fortalecer la implantación territorial de cara a las futuras elecciones autonómicas y municipales.
Los inscritos de Podemos han encargado a Belarra pilotar la nueva etapa del partido tras la cuarta Asamblea Ciudadana tras el fuerte liderazgo que mantuvo Iglesias, que comandó el partido desde sus orígenes y era el principal activo político hasta que se retiró de la política tras las elecciones del 4 de mayo.
Su proyecto combina la continuidad con el legado de Iglesias y está respaldado por los principales dirigentes del núcleo duro de la organización, pero aspira a introducir cambios de calado y en el que destaca una nueva forma de encarar el liderazgo.
La también ministra de Derechos Sociales está decidida a abrir una etapa de liderazgos compartidos, la «coralidad» que pregona su proyecto político y feminizar a la organización, para lo cual ha situado a un nutrido elenco de dirigentes, en el que destaca el respaldo de la titular de Igualdad, Irene Montero.
DEFINIR LA EJECUTIVA
Una de sus primeras tareas será definir el Consejo de Coordinación, la Ejecutiva de Podemos, y en el que tendrán un peso destacado las mujeres, como pronostican diversas fuentes del partido.
En su lista al Consejo Ciudadano Estatal, la nueva líder del partido otorgó puestos destacados a la secretaria de Estado, Noelia Vera, a la coportavoz estatal del partido, Isa Serra, a la eurodiputada Idoia Villanueva, que figuran en todas las quinielas para tener gran peso dentro de esta nueva etapa.
Belarra definirá próximamente las funciones y las personas que conformarán dicha Ejecutiva y, de entrada, deberá elegir a un nuevo secretario de Organización, un cargo de calado a nivel orgánico dado que el diputado Alberto Rodríguez ya avanzó que no optaba a repetir a este puesto ni a otras responsabilidades directivas.
También se intuye en la confección de su equipo al Consejo Ciudadano estatal una voluntad de avanzar en la descentralización del partido, al contar con once coordinadores autonómicos. Los conflictos con varias direcciones regionales marcaron buena parte de las crisis interna en Podemos, donde se dirimían las diferencias de las distintas familias, si bien la nueva líder recibe un partido con más cohesión interna.
ROBUSTECER PODEMOS EN LAS CCAA
Y es que Belarra quiere enraizar Podemos a nivel territorial y plasmar esa pulsión de crecimiento en las elecciones autonómicas, que constituirán su primer reto electoral, y afianzar el sistema de organización municipal que desplegó Podemos a finales de 2020.
En los anteriores comicios de 2019 experimento un considerable retroceso electoral, que les llevó a salir de algunos parlamentos regionales como Castilla-La Mancha o Cantabria, así como del Ayuntamiento de Madrid tras la escisión de Más Madrid. Las confluencias, que antaño fueron clave para el ascenso del partido, se debilitaron en parte de los territorios mientras que en otros directamente no se reeditaron, como la que conformaron en 2015 con Compromís en Valencia.
También será clave en este aspecto el refuerzo de las alianzas del espacio confederal que Belarra promete aplicar, así como el diálogo con otras fuerzas con las que confluyeron en el pasado, como recoge su documento político.
Su intención es proclime a dar más relevancia al plano territorial desde una visión plurinacional, pues como ha resaltado en varias ocasiones, hay mucha España «más allá de Madrid».
NOVEDAD DE LA BICEFALIA
La principal novedad es el terreno inédito de la bicefalia, dado que el liderazgo de Unidas Podemos en el Ejecutivo lo ostenta la vicepresidenta tercera, Yolanda Díaz, y última responsable de la interlocución con el PSOE en el Gobierno estatal.
Hasta ahora, Iglesias concentraba tanto la estrategia política como la negociación de las medidas ejecutivas en el Gobierno y explicitaba las diferencias con su socio cuando detectaba un incumplimiento del pacto de coalición. Sin embargo, la también ministra de Trabajo ha aplicado un estilo más discreto.
En esta nueva etapa, la secretaria general de Podemos ha dejado clara su apuesta apoyar sin fisuras la propuesta de que Díaz sea la próxima candidata a las elecciones generales, dentro de ese nuevo espíritu de liderazgos compartidos. Aunque la vicepresidenta aún no se ha pronunciado al respecto, al estar centrada en las tareas ejecutivas, Belarra ya ha proclamado que se «dejará la piel» para llevarla a la Moncloa.
Ambas comparten la convicción de que hay que aumentar y ensanchar la base de Unidas Podemos y la nueva líder de la formación morada confía en las opciones de ser la primera fuerza progresista del arco parlamentario.
También tendrá en este nuevo cargo que asumir más responsabilidades la relación con el PSOE, en los que Podemos se juega medidas esenciales para su programa político, como desbloquear la Ley Trans y la Ley de Vivienda, en el que el asunto capital de la regulación del alquiler aún sigue enquistado.
A su vez, Belarra tiene implícito el reto de suplir la ausencia de Iglesias, a quien todos en el partido reconocen su audacia política y su imagen icónica, y que exige «aciertos» en esta nueva fase coral, como admitía recientemente el portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Pablo Echenique.
Mantener la posición central de Podemos en la confluencia y en el espacio de la izquierda más allá del PSOE es otra de las ocupaciones en un arco más fragmentado que antaño, dado que proyectos como Más País o marcas territoriales, como la aspiración de la líder de anticapitalistas Teresa Rodríguez de concurrir a las elecciones generales con la marca Adelante Andalucía.