La Policía Federal Australiana ha llevado a cabo una operación que ha servido para engañar y atrapar a más de cien criminales en este país, sirviéndose para ello de una aplicación de comunicaciones que se hacía pasar por otra de mensajes encriptados pero en realidad estaba controlada por el FBI.
La denominada como Operación Ironside, que se ha llevado a cabo de manera encubierta durante los últimos tres años, fue capaz de engañar a miembros del crimen organizado para usar una supuesta aplicación encriptada exclusivamente utilizada para planear actividades delictivas sin ser descubiertos.
En realidad, la aplicación en cuestión, ANoM, era gestionada por el FBI, que había superado los mecanismos de seguridad del proveedor de plataformas Phantom Secure y había reemplazado la ‘app’ usada anteriormente por los delincuentes por otra con la que sí accedían a sus conversaciones, como informa la policía australiana en un comunicado.
Como parte de la operación Ironside, la Policía Federal Australiana ha arrestado a 224 criminales, como supuestos responsables de 526 delitos cometidos en todo el territorio de Australia. De ellos, ha presentado cargos contra más de cien personas.
La falsa aplicación desarrollada por el FBI ha servido también para interceptar 3,7 toneladas de drogas, 104 armas, casi 45 millones de dólares australianos (cerca de 29 millones de euros) en dinero en efectivo y otros bienes por valores de varios millones.
Asimismo, la operación ha servido para prevenir 20 intentos de asesinato, y se espera que conduzca a más arrestos tanto dentro de Australia como a nivel internacional, donde ya se han incautado toneladas de drogas y detenido a cientos de personas.
La operación Ironside ha contado con la participación de 18 países, pero la policía australiana ha sido la responsable del uso de un sistema para leer las comunicaciones encriptadas en tiempo real.
En la mayoría de los casos, la ‘app’ de ANoM se utilizaba en teléfonos móviles que solo se empleaban para las comunicaciones entre criminales, ya que no podían hacer llamadas ni enviar correos electrónicos, y los dispositivos procedían del mercado negro.