El Patriarca Latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, ha pedido «paz» entre israelíes y palestinos, cuando se cumple la décima jornada de la escalada bélica, y ha apelado al «diálogo» para lograr «un futuro juntos».
«Desgraciadamente, no es la primera vez, y me temo que ni siquiera la última, en la que tendremos que hacer frente a estas explosiones de violencia y guerra en Tierra Santa. Estos estallidos de violencia sólo dejarán más escombros, muertes, animadversiones y sentimientos de odio, pero no traerán ninguna solución», advierte el Patriarca Latino de Jerusalén en una declaración de la que se ha hecho eco la Conferencia Episcopal Española (CEE).
Según avisa Pierbattista Pizzaballa, se verán «acusaciones mutuas sobre el uso del poder, probablemente se recurrirá a los tribunales internacionales, pero al final, todo será como antes, hasta la próxima crisis».
Además, subraya que «Jerusalén es el corazón del problema y esta vez fue la chispa que incendió el país». «Como es sabido, todo comenzó con la conocida cuestión de Shekh Jarrah, que se ha presentado como una cuestión jurídica. Sin embargo, como ya hemos reiterado en nuestra anterior declaración, también es evidentemente una decisión política para una mayor expansión de los asentamientos israelíes en Jerusalén Oriental», afirma.
Se trata, según añade, de «una decisión que cambia el ya muchas veces roto equilibrio entre las dos partes de la ciudad y esto crea tensiones y sufrimiento». Sin embargo, precisa que «esta metodología no funciona y que no se puede imponer ninguna solución a Jerusalén».
«La solución sólo puede ser el resultado del diálogo entre israelíes y palestinos, que deberán hacer suya la vocación abierta, multirreligiosa y multicultural de la ciudad», apunta.
Pizzaballa puntualiza que lo dicho sobre Jerusalén puede extenderse a toda la cuestión israelí-palestina, pues «el pueblo palestino lleva años esperando una solución digna, un futuro sereno y pacífico, en su tierra, en su país».
Aún más preocupante ha sido, a su juicio, la explosión de violencia en las ciudades mixtas de Israel, donde siempre han convivido judíos y árabes, donde han sido «testigos de la violencia, de las patrullas organizadas, de los intentos de linchamiento por parte de ambos bandos».
AÑOS DE «LENGUAJE VIOLENTO Y RECHAZO»
Todo esto, según precisa, «es el resultado de años de un lenguaje político violento, de una cultura y una política de rechazo al otro, de desprecio». «Poco a poco, estas actitudes han creado una separación cada vez más profunda entre los dos pueblos, de la que quizá no nos hayamos dado cuenta hasta hoy. Llevará mucho tiempo reconstruir estas relaciones profundamente heridas», subraya.
Por ello, considera que habrá que «trabajar junto a muchas personas de todos los credos, que todavía creen en un futuro juntos y están comprometidos con él». «Son muchos. Pero necesitan apoyo, alguien que pueda llevar su voz a todo el mundo», declara.
En este sentido, cree que «será prioritario partir del doloroso descubrimiento de estos días, es decir, del odio que albergaba sobre todo en el corazón de los jóvenes».
«No debemos cultivar ni permitir que se desarrollen sentimientos de odio. Debemos asegurarnos de que nadie, ya sea judío o árabe, se sienta rechazado. Tendremos que ser más claros a la hora de denunciar lo que divide. No podemos conformarnos con los encuentros interreligiosos por la paz, pensando que con esas iniciativas hemos resuelto el problema de la convivencia entre nosotros», señala.
Además, el Patriarca Latino de Jerusalén apuesta por hacer «resonar el nombre de Dios» en escuelas, instituciones, en los medios de comunicación, en la política y en los lugares de culto; y pide estar «más atentos al lenguaje» que se utiliza.
Para Pizzaballa, esta crisis debe «devolver al centro de la agenda internacional la cuestión entre Israel y Palestina», que «últimamente parecía olvidada y superada», pero que «siempre ha seguido siendo una herida dolorosa». «La herida sólo se cubrió, se ocultó, pero nunca se curó», precisa.
Finalmente, invita a rezar por la Iglesia de Jerusalén, para que sea «una Iglesia que vaya más allá de los muros y las puertas cerradas». «Ya hemos sido testigos demasiadas veces de anuncios de paz traicionados y ofendidos. La Iglesia tendrá que construir la paz», ha zanjado.