La asociación ACE Traductores está abordando internamente la polémica surgida a raíz de las traducciones de la obra de la poeta Amanda Gorman, que leyó un poema durante el acto de investidura de Joe Biden, y para la quien se está estableciendo una serie de requisitos de género y raciales para traducir.
De hecho, el poeta catalán Víctor Obiols, que ya tenía preparada una traducción de Gorman para la editorial Univers del grupo Enciclopèdia Catalana, ha lamentado este miércoles 10 de marzo que el sello Viking Books le haya descartado por no ajustarse al perfil deseado, ya que «quieren una traductora mujer, activista y preferiblemente negra».
ACE Traductores, que cuenta con 500 asociados en toda España de pleno derecho, ha abierto estos días un debate en el que «hay opiniones muy diferentes» y cuyo resultado será publicado en la revista de la asociación ‘Vasos comunicantes’. No obstante, el presidente de ACE Traductores, Vicente Fernández, ya ha lamentado en declaraciones que, en este caso, «más que a una traductora se esté buscando una marca».
«Me da la impresión de que, tal y como se están produciendo las decisiones, lo que se busca más que una persona traductora es a una persona que pueda tener ese márchamo. Habiendo elementos comprensibles en la selección, parece que se buscan más unas impresiones que una traducción que haga justicia al original», ha destacado.
Fernández ha incidido en que el asunto está «lleno de complejidad y matices», pero adelantando parte de las posturas diferenciadas que se están generando en la asociación. «Yo no puedo estar de acuerdo con la idea de que para traducir a alguien haya necesariamente que tener unas características personales, biológicas o raciales, porque entonces no podríamos traducir a Herodoto con ese tipo de exigencias», ha advertido.
«Pero también es verdad que, en un momento determinado, las circunstancias políticas, sociales o de lucha de un sector determinado por alcanzar visibilidad o conseguir demandas puede hacer aconsejable algún tipo de opción como la que estamos comentando: la discriminación positiva en algunos casos ha tenido resultados positivos», ha defendido.
BUENOS Y MALOS TRADUCTORES
En cualquier caso, Fernández ha hecho hincapie en la decisión de no contar con traductores habituales para este tipo de trabajo, como ha ocurrido por ejemplo en Holanda o como se ha sugerido en algunos artículos críticos con las primeras elecciones de traductores.
«Hay escritores que son muy buenos traductores pero también los hay que son malos traductores: el hecho de ser escritor no hace a una persona ser traductora, como el hecho de hablar una lengua no te hace ser traductor», ha resaltado.
De todas formas, a pesar de admitir que no conoce «a fondo» el asunto relacionado con Obiols, Fernández sí considera que la decisión de la editorial de descartar su trabajo una vez terminada la traducción «no es nada habitual» en el día a día de los profesionales del sector. «No sé cómo es el contrato, pero me imagino que (Obiols) tendrá derecho a reclamar», ha asegurado.
UN TRADUCTOR «FASCISTA»
El presidente de la Asociación Colegial de Escritores (ACE), Manuel Rico, ha defendido que se pueda escoger a traductores atendiendo a su «sensibilidad», aunque ve «fuera de lugar que sea el elemento decisivo». «Ayuda a una mejor traducción que la persona que lo haga esté más en sintonía con el escritor, pero no tiene que ser lo único», ha indicado en declaraciones.
«Si a mí tuvieran que tarducrme al italiano, elegiría a un traductor que fuera muy bueno y que supiera mucho de poesía. Es verdad que si fuera un traductor de ideología fascista lo tendría mas difícil para traducirme y a lo mejor sí mostraba reservas, pero no sería un mandato definitivo», ha terminado.