La revista científica ‘The Lancet’ ha publicado nuevos artículos que concluyen que, a pesar de los «modestos avances» en algunas áreas, la desnutrición materno-infantil sigue siendo «un importante problema de salud a nivel mundial, sobre todo porque los recientes avances pueden verse contrarrestados por la pandemia de COVID-19».
Según estos artículos, la prevalencia de las tasas de retraso del crecimiento infantil se redujo en los países de bajos ingresos del 47,1 por ciento al 36,6 por ciento entre 2000 y 2015, pero menos en los países de ingresos medios, donde las tasas se redujeron del 23,8 por ciento al 18,0 por ciento.
Sin embargo, el informe advierte de que el mundo está lejos de alcanzar el Objetivo de Nutrición de la Asamblea Mundial de la Salud de reducir el retraso en el crecimiento en un 50 por ciento para 2025. En comparación, el porcentaje de niños con emaciación en los países de ingresos medios y bajos ha avanzado poco.
Un nuevo hallazgo también muestra que casi el 5 (4,7) por ciento de los niños están afectados simultáneamente por el retraso en el crecimiento y la emaciación, una condición asociada con un aumento de la mortalidad de 4,8 veces. La incidencia del retraso en el crecimiento y la emaciación es mayor en los primeros 6 meses de vida, pero también existe en parte al nacer. En cuanto a la nutrición materna, aunque la prevalencia de la desnutrición (bajo índice de masa corporal) ha disminuido, la anemia y la baja estatura siguen siendo muy elevadas.
«Aunque se han producido pequeñas mejoras, concretamente en los países de ingresos medios, los avances siguen siendo demasiado lentos en lo que respecta a la emaciación y el retraso del crecimiento infantil. La evidencia también refuerza la necesidad de centrarse en la entrega de las intervenciones dentro de los primeros 1000 días, y dar prioridad a la nutrición materna para la propia salud de las mujeres, así como la salud de sus hijos», explica el doctor Victora, del Centro Internacional para la Equidad en Salud de la Universidad Federal de Pelotas (Brasil).
Un documento adicional concluye que la cobertura de las intervenciones nutricionales directas ha mejorado poco en la última década y que se necesita desesperadamente un compromiso renovado, nuevos conocimientos de la investigación sobre la aplicación y una financiación acelerada para aumentar la cobertura y mejorar la calidad de la prestación de servicios.
Los autores concluyen con un llamamiento mundial a la acción para volver a comprometerse con la agenda inconclusa de la desnutrición materno-infantil.
«Los gobiernos y los donantes deben volver a comprometerse con la agenda inconclusa de la desnutrición materno-infantil con compromisos financieros sostenidos y consistentes. Los gobiernos deben ampliar la cobertura y mejorar la calidad de las intervenciones directas -especialmente en los primeros 1.000 días-; identificar y abordar los determinantes inmediatos y subyacentes de la desnutrición a través de intervenciones indirectas; construir y mantener un entorno político y normativo para la acción nutricional; e invertir en sistemas de seguimiento y aprendizaje a nivel nacional y subnacional», señala Zulfiqar A. Bhutta, del Centro de Salud Global del Niño, Toronto y la Universidad Aga Khan, autor principal del documento.