Mujeres rurales, psicólogas, taxistas, farmacéuticas… son algunos ejemplos de mujeres en primera línea cuyos testimonios ha recogido por el Día Internacional de la Mujer y que constatan el cansancio físico y psicológico experimentado durante estos meses de pandemia ya que, al aumento de horas de trabajo, se ha sumado la carga en el hogar por el cuidado de familiares o hijos.
Esta es la idea que expresa Juana Borrego, presidenta nacional de la Federación de la Mujer Rural FEMUR: «Durante plena crisis sanitaria han sido las mujeres rurales las que han visto aumentadas las horas de cuidados en el hogar, sobre todo al haber tenido a sus hijos más tiempo en casa y dedicado más atención a sus mayores. Toda esta carga sumada a su trabajo diario fuera de casa. Una verdadera hazaña para heroínas sin nombre ni medallas».
«Ahora, casi un año después la situación sigue siendo muy similar. Sin duda en ellas recae con más fuerza la tarea de velar por la salud física y emocional de toda su familia, además de su trabajo cotidiano», relata. Por ello, asegura que la Covid-19 «para la mujer rural es una carga» pero explica que desde FEMUR trabajan para acelerar «la transformación digital de las mujeres rurales para lograr emprender y lograr así un pleno empoderamiento».
Las mujeres rurales también sufren el impacto de la brecha salarial que puede llegar a ser del 40%, según la ONU. «Si las mujeres en las zonas rurales tuvieran el mismo acceso a los activos agrícolas, la educación y los mercados que los hombres, se podría aumentar la producción agrícola y reducir el número de personas que padecen hambre, entre 100 y 150 millones de personas», defiende Borrego.
Para constatar estas desigualdades, la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR) ha lanzado un «semillero virtual» en su página web en el que recogen firmas de apoyo en forma de semillas virtuales. Mientras, Acción contra el Hambre, que trabaja en distintas zonas rurales de España con programas de empleo y emprendimiento, ha detectado que existen distintos nichos de mercado que ayudarían a impulsar la economía de estas localidades, tanto en el sector primario como secundario.
También en primera línea ha trabajado la psicóloga Bárbara Casamor, que forma parte del servicio de atención a sanitarios ‘Tele Apoyo Psicológico’ puesto en marcha por Fundación «la Caixa» y Fundación Galatea al inicio de la pandemia. Hasta la fecha, ha atendido a cerca de 1.066 profesionales de la salud, efectuando casi 4.000 intervenciones (3,7 intervenciones de media para cada usuario) con el fin de atender y paliar la sobrecarga mental y emocional de los profesionales de la salud y del ámbito social. El 76% de la demanda expresada hasta ahora es por sufrimiento emocional.
Dado el éxito del programa, está previsto que se amplíe hasta junio de 2021 porque, como señala, «las demandas siguen estando muy presentes». «Hay personas que han aguantado y al final también han caído, hay un elevado nivel de agotamiento», añade. Un agotamiento que también ha experimentado en primera persona pues, como rememora, en el primer pico de la pandemia no ha dejado «de trabajar todos los días».
«La atención prestada es telemática» explica Casamor, que precisa que, «en un primer momento, había miedo al contagio y de contagiar mientras que en una segunda fase experimentaron sentimientos de rabia, enfado, frustración y falta de material, además de adaptarse a un cambio en la forma de trabajar, porque ahora todo es por teléfono».
«Ahora se está viviendo una fase de cansancio que también nosotros experimentamos. A veces es complicado poner distancia emocional porque los problemas que te van contando también te afectan», reconoce. Por ello, la clave consiste en «aceptar que hay que parar y recuperar hábitos saludables», entre otras pautas.
Sobre si la pandemia afecta más a mujeres que a hombres, Casamor indica que «el malestar puede ser el mismo pero en el rol de fenero femenino hay más facilidad para pedir ayuda, expresar el malestar y compartir».
JORNADAS MARATONIANAS
Piedad Vega es taxista de la plataforma de movilidad Free Now. Trabaja en el sector desde hace cinco años y aunque, asegura que nunca ha sufrido discriminación dentro del colectivo, sí por parte de algún cliente que prefiere que conduzca un hombre. De hecho, cuenta como ejemplo una ocasión en la que un cliente iba a entrar en su vehículo pero, al ver que era una mujer, lo dejó pasar para coger el siguiente, con conductor varón.
Piedad vive sola, no tiene hijos ni pareja, ni tampoco personas dependientes a su cargo pero alerta: «Los conductores están realizando entre 10 y 13 horas diarias para llegar a un sueldo a fin de mes, se convierte en una tarea muy difícil conciliar con la familia».
En cualquier caso, anima al resto de mujeres a entrar en el sector ya que considera que «esta situación es pasajera y que poco a poco se volverá al ritmo normal de trabajo». Precisamente, un estudio llevado a cabo por la plataforma Free Now concluye que el 76,8% de las mujeres del sector compatibilizan de forma adecuada la vida personal y laboral y el 36,2% elige la conciliación como la principal razón para dedicarse a esta profesión.
Las dificultades para conciliar también se han agravado para Pilar Galisteo, farmacéutica y separada, madre de un niño de seis años. «Antes de la pandemia, tenía que recurrir a ayuda externa para cubrir las horas en las que yo estaba trabajando y mi hijo ya había terminado el colegio. Con la pandemia, todo fue a peor: mi trabajo (presencial) impedía cualquier tipo de cuidado para mi hijo, no contaba con la ayuda de mi pareja y mis padres viven en Extremadura», relata.
«Al final, tuve que llevar al niño a casa de mis padres justo antes del Estado de Alarma y no pude volver a verlo hasta tres meses después. Fue muy duro», rememora. Para ella, «la conciliación familiar nunca ha existido porque pasa por adaptar horarios y eso es imposible» por lo que pide más ayudas económicas.
ESPERANZA EN EL FUTURO
La cultura también ha sufrido el impacto de la pandemia aunque eso no ha impedido a la académica María del Puy Alvarado –fundadora y directora de la productora Malvalanda– estar doblemente nominada para la 35 edición de los Premios Goya con los largometrajes ‘Anatomía de un Dandy’ (Mejor Película Documental) y ‘El Agente Topo’ (‘Mejor película iberoamericana’).
«Las medidas y protocolos covid son complejas, pero hay que trabajar de manera estricta para que todo funcione y todos estemos lo más seguros posibles. Tenemos que asumir ese riesgo y continuar rodando y produciendo porque si no todo se pararía», explica. Además, en su caso, sí pudo seguir trabajando porque Malvalanda aprovechó el confinamiento «para fomentar la parte de desarrollo».
No obstante, Alvarado lamenta que «los retrasos en los estrenos de cine se han convertido en algo habitual», así como el impacto de la Covid en las salas de cine. «Creo que en verano, cuando haya una aceleración con las vacunas, habrá una gran cantidad de rodajes que ahora mismo están parados. Aunque está claro que ahora los rodajes no están parados, se siguen rodando películas y series, pero cuando podamos volver a una cierta normalidad todo se acelerará», confía.
«La tranquilidad no solo afectará positivamente a los rodajes y a los estrenos, sino también a las universidades donde los alumnos podrán acudir totalmente de manera presencial a las clases igual que en las escuelas de cine. Al final todo es cuestión de que la cadena vuelva a engranarse», concluye.