- Malabrigo, una de las referencias más top de Bodegas Cepa 21, presenta una nueva añada en la que el terroir está muy presente y en la que la climatología ha influido a la hora de extraer toda la complejidad e intensidad de matices de la Tempranillo.
- Una vez en la copa, Malabrigo 2016 desvela lenta pero rotundamente su marcada personalidad y una riqueza aromática que evoluciona y se va enfatizando desde el primero hasta el último trago.
Cepa 21 es una bodega boutique asentada en el corazón de la Ribera del Duero que apuesta por elaborar vinos modernos, asentados en la tradición vinícola de la zona, pero acordes con las tendencias actuales. Su nombre, de hecho, es toda una declaración de intenciones, ya que sus tintos son vinos de pura cepa, fieles a la variedad y al terroir del que proceden, y están diseñados para sorprender y deleitar al consumidor del siglo XXI. Es el caso de Malabrigo.
Malabrigo, una de sus referencias más emblemáticas, es un 100 % Tempranillo envejecido en barricas nuevas de roble francés que procede del pago del mismo nombre. Se trata de una finca muy singular que se caracteriza por su suelo arenosoarcilloso y por una climatología privilegiada y única en la zona, con contrastes térmicos extremos que permiten maduraciones prolongadas del hollejo y aportan cuerpo, fruta y complejidad al vino. Para José Moro, presidente de la bodega, «es un vino muy atractivo, con una personalidad arrolladora, y una auténtica joya que nos hace descubrir con cada añada matices propios de la variedad».
Una añada equilibrada
La añada 2016 fue una añada de equilibrio y matices. Las temperaturas frescas del inicio de la primavera y las abundantes lluvias retrasaron levemente la brotación del viñedo mientras que en verano las temperaturas fueron ligeramente superiores a las normales. El mes de septiembre fue especialmente seco pero las reservas de agua del suelo acumuladas mantuvieron un rendimiento óptimo de la planta sin que esta sufriera estrés, «el justo para activar la madurez de la uva y para que podamos percibir matices que en otras añadas no están tan presentes», explican.
A la vista, Malabrigo tiene presencia en la copa y un color rojo cereza cubierto con ribetes rubí. Es un color vivo, no muy degradado pese al tiempo en botella, que caracteriza a los Tempranillo de Cepa 21. Se recomienda paciencia una vez servido en la copa para que se abra y evolucione mostrando todos sus matices. Su nariz es intensa y compleja; enseguida empiezan a aparecer recuerdos a especias y flores secas sobre una potente base de frutos negros maduros típicos de la variedad.
Personalidad marcada de Malabrigo
La personalidad de la parcela está muy marcada, aunque presenta también sutiles notas de madera que aportan riqueza y equilibrio al conjunto. En la boca es rotundo pero amable, de gran volumen, con un tanino muy maduro y pulido, de paso amable y sedoso y un postgusto largo y persistente. Malabrigo es un Ribera de extraordinaria calidad y presencia, «un vino simplemente espectacular» –en palabras de para José Moro– que merece la pena disfrutar sin prisa.
Situada en el pueblo de Castrillo de Duero, en Valladolid, Cepa 21 tiene como objetivo elaborar vinos de altísima calidad y cuidar al detalle todos los elementos que intervienen en la vinificación: desde la selección del terruño y la uva hasta un control pormenorizado de los procesos en viñedo y en bodega. El edificio, elegante y sobrio, está perfectamente integrado con el paisaje y equipado con la más moderna tecnología.
Por su situación geográfica, domina un paisaje de cincuenta hectáreas de viñedo propio plantadas con cepas centenarias de la variedad Tinto Fino, una de las más puras del clon Tempranillo. Suelos propios de Ribera del Duero, altitudes y pendientes y una filosofía de trabajo que no utiliza ningún tipo de producto residual en la plantación dan como resultado vinos con toda la tipicidad de Ribera, eso sí, pasada por el crisol de la revolución vitivinícola de los últimos años.