Investigadores estadounidenses han analizado las bajas temperaturas diarias y las tasas de infección en 50 países del hemisferio norte para cuantificar su efecto en la transmisión del SARS-CoV-2, y han observado que cuánto más bajar son las temperaturas mayor es la transmisión.
La pandemia del SARS-CoV-2 ha causado una tremenda conmoción, que ha provocado más de 2,3 millones de muertes en todo el mundo y 465.000 en los Estados Unidos. Comprender el impacto de los cambios de temperatura estacionales en la transmisión del virus es un factor importante para reducir la propagación del virus en los próximos años.
El SARS-CoV-2 pertenece a una gran familia de coronavirus humanos, la mayoría de los cuales se caracterizan por una mayor transmisión en los meses más fríos y menos húmedos y una menor transmisión en los meses más cálidos y húmedos.
Con este conocimiento, los investigadores del Christina Lee Brown Envirome Institute de la Universidad de Louisville, la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, el Centro Conjunto de Inteligencia Artificial del Departamento de Defensa de EEUU han analizado cómo la temperatura atmosférica afecta la transmisión del de la Covid-19.
Los investigadores compararon los datos diarios de bajas temperaturas y los casos registrados de COVID-19 en 50 países del hemisferio norte entre el 22 de enero y el 6 de abril de 2020. Su investigación, publicada esta semana en ‘PLOS ONE’, mostró que a medida que aumentaban las temperaturas, la tasa de disminuyeron los casos nuevos de Covid-19.
El análisis de datos mostró que entre -1 grado y 37 grados (30 y 100 grados Fahrenheit), un aumento de 17 grados (1 grado Fahrenheit) en la temperatura baja diaria se asoció con una disminución del 1% en la tasa de aumento de casos de Covid-19, y una disminución de 17 grados (1 grado F) en la temperatura se asoció con un aumento de esa tasa en un 3,7 por ciento. Al analizar los datos de las primeras etapas de la pandemia, los resultados se obtuvieron sin una influencia significativa de los bloqueos, el enmascaramiento u otros esfuerzos sociales para contener el virus.
«Aunque COVID-19 es una enfermedad infecciosa que tendrá una transmisión no dependiente de la temperatura, nuestra investigación indica que también puede tener un componente estacional. Por supuesto, el efecto de la temperatura sobre la tasa de transmisión se ve alterado por intervenciones sociales como el distanciamiento, así como por el tiempo pasado en interiores y otros factores. Una combinación de estos factores determina en última instancia la propagación del COVID-19», señala Aruni Bhatnagar, coautor y director del Brown Envirome Institute.
Los investigadores concluyeron que los meses de verano están asociados con una transmisión más lenta de COVID-19, como en otros virus respiratorios estacionales. Este efecto estacional podría ser útil en la planificación local de intervenciones sociales y en el momento del resurgimiento del virus.
En los Estados Unidos, se observaron picos agudos en COVID-19 durante el verano, pero los investigadores notaron que, según los datos que analizaron, las temperaturas más frías del verano pueden haber dado lugar a un número aún mayor de casos. Los datos también indican que la correlación entre temperatura y transmisión fue mucho mayor que la asociación entre temperatura y recuperación o muerte por COVID-19.
«Esta comprensión de la sensibilidad a la temperatura del SARS-CoV-2 tiene implicaciones importantes para anticipar el curso de la pandemia. No sabemos cuánto tiempo las vacunas disponibles actualmente mantendrán sus beneficios, ni cuáles son los riesgos de que se desarrollen nuevas variantes con el tiempo si los hemisferios norte y sur continúan intercambiando COVID-19, de un lado a otro del ecuador, debido a su temporadas opuestas», explica Adam Kaplin de Johns Hopkins, primer autor del estudio.
A su juicio, «es razonable concluir que esta investigación sugiere que, al igual que otros virus estacionales, el SARS-CoV-2 podría resultar extremadamente difícil de contener con el tiempo, a menos que exista un esfuerzo mundial concertado y colaborativo para trabajar para poner fin a esta pandemia».