Ortodoncistas advierten sobre tratamientos de alineadores transparentes sin supervisión adecuada

El auge de la técnica de los alineadores transparentes, uno de los sistemas ortodóncicos más demandados por sus ventajas a nivel estético y de comodidad para el paciente, ha provocado la proliferación de empresas que publicitan y comercializan este tratamiento de manera ‘online’, utilizando métodos «poco ortodoxos» y que repercuten en la salud bucodental de los ciudadanos, tal y como advierten desde la Sociedad Española de Ortodoncia (SEDO).

Esta técnica, controlada por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), consiste en unas férulas extraíbles de plástico transparente fabricadas a medida para cada paciente, siguiendo las indicaciones de un ortodoncista, en función de un correcto diagnóstico de la maloclusión y de la planificación del tratamiento adecuado para su corrección.

Así, los ortodoncistas denuncian que la comercialización de los alineadores trasparentes para que el paciente realice el tratamiento en su domicilio, sin la debida supervisión de un ortodoncista, entraña un gran riesgo para su salud. Precisamente, su uso indiscriminado, sin un diagnóstico preciso, así como sin la realización de un plan de tratamiento individualizado para la corrección de la maloclusión, puede acarrear riesgos por un tratamiento inadecuado, tanto a nivel oclusal como funcional.

«No hay que olvidar que los alineadores transparentes son una de las alternativas de tratamiento ortodóncico, y un tratamiento de ortodoncia puede influir, no solo en la estética y oclusión dental, sino incluso sobre funciones tan importantes como la masticación, el habla, la respiración o la deglución, sin olvidar la estética del rostro del paciente», afirman desde SEDO.

PROTOCOLO DE ACTUACIÓN

Por este motivo, SEDO ha publicado un protocolo de actuación para el uso de los alineadores trasparentes, que ha elaborado en colaboración con la Asociación Española de Ortodoncistas (AESOR). En él, entre otras cuestiones, se recuerda que el paciente deberá someterse a un examen ortodóncico previo al tratamiento, que incluye una exhaustiva anamnesis; una exploración bucal intraoral, funcional y extraoral; fotografías intraorales y extraorales; radiografías (Ortopantomografía de forma inexcusable, y una telerradiografía lateral de cráneo) e impresiones de las arcadas con silicona o con escáner intraoral.

Además, según dicho documento, se han de valorar otras exploraciones complementarias que el especialista considere necesarias, acordes a los hallazgos previos; tales como el montaje en articulador, las radiografías periapicales, la telerradiografía frontal de cráneo, los escáneres CBCT, RMN o radiografías de ATM, así como determinaciones analíticas.

En función de estos registros, el ortodoncista realizará un diagnóstico preciso de la maloclusión del paciente y trazará un plan de tratamiento para corregir dicha maloclusión. Asimismo, las pautas de cambio de las férulas las indicará el especialista en función del estado periodontal, la dificultad y el grado de expresión del movimiento, la técnica y materiales empleados, la prescripción y las fases del tratamiento.

Según los expertos, también es importante que la colocación de las férulas se realice en el gabinete dental, y que sea solamente el profesional quien marque las indicaciones oportunas al paciente, revise y compruebe de forma progresiva que lo programado se está llevando a cabo y así poder realizar los ajustes adecuados en cada fase del tratamiento.

Tal y como reiteran los ortodoncistas, el seguimiento no se restringe a la evolución del alineamiento dentario con los alineadores, sino que ha de contemplar el diagnóstico precoz mediante sondaje de nuevas caries, inflamaciones y recesiones gingivales.

Además, como sucede con otros tratamientos de ortodoncia, la terapia con alineadores trasparentes puede presentar ciertas complicaciones y riesgos: irritaciones de los tejidos blandos (mejillas, lengua y labios…), sensibilidad, llagas, molestias puntuales en algún diente, etc. Además, el roce continuado de la aparatología puede tener consecuencias sobre mucosas y tejidos blandos, por lo que se requiere seguimiento presencial con especial atención a la aparición de lesiones de tipo traumático o premalignas.

Al finalizar la fase activa, como en cualquier tipo de tratamiento ortodóncico convencional, se colocarán retenedores fijos y/o removibles y son imprescindibles nuevas citas de seguimiento y control de la estabilidad del tratamiento y del estado dentario, gingival, mucoso y óseo del paciente, así como del de los propios retenedores.

Por último, una vez completado el tratamiento, el ortodoncista debe hacer nuevos registros (fotografías, modelos y radiografías), para descartar la aparición de complicaciones y en tal caso y si fuese necesario determinar las correspondientes responsabilidades legales.