La incertidumbre, la ansiedad anticipatoria y el miedo al contagio del coronavirus han generado la aparición de fobias post confinamiento y cuadros de disforia e irritabilidad, según han asegurado los especialistas en Salud Mental.
«La pandemia ha agudizado las tendencias obsesivas y fóbicas, como una forma de defenderse e intentar controlar la angustia. A la primera y segunda ola le han seguido unas mareas vivas de ansiedad, tristeza y desesperanza que las personas exteriorizan de alguna manera con obsesiones y fobias. Estos síntomas permiten aplacar lo más lacerante a nivel psíquico que no es el horror, la enfermedad o la muerte sino la incertidumbre», ha señalado el psiquiatra de Povisa, Javier Carreño.
En concreto, prosigue, los cuadros previos de ansiedad y depresión se han agravado en aquellas personas que ya los padecían antes de la pandemia por el aislamiento, la falta de vida social y las dificultades laborales.
Además de la ansiedad, se encuentran los miedos, dificultades para dormir y alteraciones del humor, que no se corresponden con el comportamiento habitual de una persona. Prueba de ello, es el aumento en el consumo de los tóxicos con finalidad ansiolítica, sobre todo de alcohol, y una tendencia al abuso de la medicación.
Estos trastornos, no obstante, no deben confundirse con la tristeza o preocupación que provoca la crisis sanitaria. «La tristeza no es una patología y su alivio principal es el contacto con los demás. Responde a la privación de los afectos, la separación de las familias, la falta de contacto físico con los seres queridos, el no poder realizar las actividades habituales y la inseguridad en términos de salud y económicos», ha zanjado Carreño.