La polémica sanción de Bellingham reaviva el debate arbitral en España
El cierre de la final de la Copa del Rey entre el Real Madrid y el FC Barcelona dejó mucho más que una copa en las vitrinas azulgranas. El título se definió en el campo, sí, pero el foco mediático terminó desplazándose hacia el árbitro De Burgos Bengoetxea y una polémica decisión en los últimos minutos del encuentro. Cuando el colegiado pitó una falta de Kylian Mbappé sobre Eric García, se encendió la mecha. Desde el banquillo blanco saltaron chispas y la reacción fue tan intensa que terminó con una serie de expulsiones.
Lo que en principio parecía un cierre accidentado, ahora se transformó en un nuevo capítulo con las sanciones impuestas por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). En medio de ese caos, el caso que más ruido hizo fue el de Jude Bellingham. El mediocampista inglés fue expulsado tras el pitido final por una supuesta “actitud agresiva” hacia el cuerpo arbitral. Sin embargo, días más tarde, el Juez de Competición lo absolvió. “Ni hay proximidad al colegiado, ni se observa una actitud agresiva, ni puede apreciarse que lo sujetaran sus compañeros para evitar una acción agresiva dirigida al árbitro”, rezaba la resolución oficial.
Bellingham, absuelto en medio del escándalo
La exoneración de Bellingham no tardó en generar reacciones encontradas. Muchos se preguntan cómo es posible que un jugador expulsado por una supuesta conducta violenta termine sin sanción alguna. Y es que, aunque el acta arbitral hablaba de una agresión contenida por sus compañeros, el análisis de las imágenes ofreció otra lectura muy distinta. La decisión del comité reavivó el eterno debate sobre la disparidad entre la percepción en directo y la revisión en vídeo.
Si bien el uso de imágenes como prueba ya es habitual en el fútbol español, no deja de sorprender que una acción considerada grave termine en absolución total, sobre todo cuando otros jugadores sí fueron castigados por incidentes similares. Para muchos, el caso deja una sensación de impunidad que incomoda. No por la absolución en sí, sino por lo que representa. Una desconexión preocupante entre la autoridad arbitral y los órganos disciplinarios.
Rüdiger, más perjudicado que Bellingham por su comportamiento
No todos corrieron con la misma suerte que Bellingham. Antonio Rüdiger fue uno de los grandes señalados tras el escándalo del final del partido. Según el acta, el central alemán fue expulsado por “lanzar un objeto desde el área técnica sin llegar a alcanzar al colegiado”, pero lo más grave vino después. Su actitud posterior fue tan agresiva que debió ser contenido por el cuerpo técnico. La respuesta de la RFEF fue contundente. Le ha dado seis partidos de sanción, una de las penas más duras impuestas en los últimos años a un jugador del Real Madrid.
Eso sí, la sanción tendrá un impacto práctico menor. Rüdiger fue operado y estará fuera por lesión durante dos meses. En la práctica, se perderá los cinco partidos que quedan de LaLiga por esa lesión, y solo uno por sanción al inicio de la próxima temporada. Aun así, el castigo marca un precedente disciplinario importante.
Ahora bien, eun plano más discreto, pero igualmente relevante, aparece el nombre de Lucas Vázquez. El gallego fue expulsado por ingresar al terreno de juego desde el banquillo para protestar airadamente la falta señalada por De Burgos Bengoetxea. Aunque su comportamiento fue menos agresivo que el de sus compañeros, también tuvo consecuencias.