Especial 20 Aniversario

«Estamos como hace 40 años»: El apagón eléctrico sacude a los centros de salud y a la Atención Primaria

España ha vivido una situación ciertamente inusual este lunes 28 de abril con el apagón de electricidad a nivel nacional que ha dejado a multitud de territorios y a millones de personas sin suministro de luz desde aproximadamente las doce y media del mediodía. El servicio se ha ido restableciendo progresivamente a lo largo de la tarde-noche del lunes y la mañana del martes, pero las horas sin el mismo han dejado situaciones muy particulares.

Alimentos y suministros se han convertido en desperdicios por la imposibilidad de una correcta conservación tanto en restaurantes como en domicilios y supermercados (con muchos de ellos regalando alimentos), no funcionaban los surtidores de las gasolineras y los bomberos han tenido que actuar en diferentes intervenciones, como por ejemplo las de personas atrapadas en ascensores.

El transporte por tren y metro ha dejado a ciudadanos tirados en mitad de las vías y sin poder regresar a sus hogares con facilidad, una situación que ha incentivado posteriormente la congestión del tráfico, provocada por una mayor afluencia de vehículos (y peatones) y un caos circulatorio fruto de los semáforos y señales luminosas que han dejado de funcionar con el apagón eléctrico. Asimismo, se han vivido situaciones de tensión entre ciudadanos y miembros de servicios de transportes.

Las pérdidas económicas y materiales son evidentes, pero el asunto que generaba extrema preocupación era lo que podría estar ocurriendo en los centros de salud y hospitales, y allí nos dirigimos en mitad del apagón.

Centros de salud “fantasma” tras el apagón

Carla, una joven de 35 años, acude de urgencias al centro de salud de Lavapiés, en pleno núcleo de Madrid, por una dolencia. La puerta exterior está semiabierta y no hay ninguna comunicación de si el lugar está operativo, pero un hombre que pasa cerca le confirma que la Atención Primaria funciona. En una mesa improvisada cerca de la entrada, se pueden distinguir entre la penumbra a una media docena de trabajadores y trabajadoras, una escena propia de una película casi fantasmal.

«Vengo porque me dijo el médico que viniera si me volvía a pasar, ¿ha venido?», pregunta la chica. Le contestan que sí y le dan paso, mientras una enfermera nos detalla la situación. «Ofrecemos servicio de urgencias. Lo que se pueda hacer se hace. Con las citas no hay manera de cancelar ni de modificar nada. No podemos ofrecer resultados, como el caso de una mamografía de una persona que ha venido hace un momento. La tarjeta sanitaria es inservible», explica al diario Qué! una de las profesionales sanitarias.

Entrada Del Centro De Salud De Lavapies
Fuente Propia

«Estamos haciendo recetas físicas y el que tenga dinero en efectivo puede acudir con ella a la farmacia. Al final, podemos auscultar, podemos curar una herida, podemos tratar a alguien de urgencia y podemos poner inyecciones, pero nada más. Estamos como hace 40 años«, nos comenta una de las más veteranas del centro.

No tenemos ninguna comunicación ni ninguna instrucción tras cinco horas

Una trabajadora del centro de salud madrileño de Lavapiés

Han pasado más de cinco horas desde el apagón y los trabajadores de distintos centros de salud de la ciudad nos confirman que no tienen ninguna comunicación por parte de la Comunidad de Madrid ni ninguna instrucción para saber cómo operar. «No tenemos comunicación ni con hospitales, ni con otros centros, ni con la comunidad», comentan mientras señalan a una pequeña y vieja radio a pilas que les acompaña como única fuente de información.

«Lo más importantes, las emergencias que hay, las estamos resolviendo como podemos», sentencian, asegurando que se encuentra toda la plantilla al completo trabajando pese a no poder hacer mucho más de lo básico y no haber recibido comunicación ni la visita de ninguna persona en un periodo amplio de tiempo.

Centro De Salud De Lavapies Durante El Apagon
Fuente Propia

Los hospitales, con menos problemas

Por su parte, los hospitales han capeado el temporal con más medios, como los generadores de emergencia para combatir el apagón. Por ejemplo, los pacientes de oncología han seguido recibiendo las sesiones de quimioterapia. Este diario ha podido comprobarlo de primera mano con una paciente de cáncer, constatando a su vez que los servicios de farmacia hospitalaria han funcionado sin demasiadas alteraciones, pese a que la ausencia de ordenadores conectados a la red impedía la solicitud de más pedidos.

«La palabra generador ha funcionado como un bálsamo, ayudando a la calma, como la luz natural que hemos tenido durante el día. Parece una tontería, pero eso ha restado dramatismo y ha dado mucha normalidad», añadía un portavoz en declaraciones a la Cadena SER.

Explican que los pacientes con pruebas de rayos o contrastes se han tenido que quedar ingresados en el hospital en función de la urgencia de cada caso, aumentando el volumen de ingresos hospitalarios. Fuera de oncología, y como curiosidad, en las plantas se han podido escuchar multitud de transistores, seguramente porque la edad media de ingresados suele ser más alta, lo que ha facilitado la convivencia.

Por último, el caso de las residencias de ancianos y centros de mayores ha sido más particular. Dolores, una mujer de 93 años que acude a un centro especializado en Alzheimer, ha sido recogida personalmente por su hijo de 63 años ante la incertidumbre de qué iba a ocurrir con el servicio de ruta que la comunidad autónoma ofrece los días que acude al lugar durante la tarde del apagón de red eléctrica.

«Allí estaban todos, leyendo revistas los que pueden, y los enfermeros preocupados. Me ha dicho uno que no sabía cómo iba a volver a Fuenlabrada, que no puede ir andando. Igual hacía noche allí mismo», cuenta a este periódico Miguel Ángel, el hijo de Dolores.

En las residencias, situación similar. Problemas con máquinas y material dependiente de energía, pero mayor preocupación en cuanto al transporte y la incomunicación de los trabajadores que temor por el estado de los ancianos a nivel general. En el momento de escribir estas líneas no hay que lamentar ninguna desgracia en este sentido, aunque habrá que esperar para conocer el alcance total de una problemática tan particular.