El mensaje de Míchel que sacude a un Girona en caída libre
El Girona atraviesa su momento más delicado de la temporada, y Míchel no ha tenido reparos en ponerle palabras al dolor que atraviesa su equipo. “Hemos tocado fondo en lo anímico”, confesó con crudeza tras una nueva derrota, esta vez frente al Real Betis (1-3), que dejó al equipo nuevamente sin respuestas. No se trata solo de los números, el verdadero golpe ha sido emocional. Ese equipo valiente, rebelde, que durante tantos meses dio que hablar en LaLiga, parece haber perdido el alma. La energía, el empuje y el carácter que lo impulsaban, hoy brillan por su ausencia.
Desde el banquillo, Míchel no mira hacia otro lado. Asume con claridad la gravedad del presente, pero también lanza un mensaje de entereza. Admitió que el vestuario está muy afectado y que la primera parte ante los béticos fue “un golpe devastador”, aunque no por eso deja de mirar hacia adelante. “Para sobrevivir hay que levantarse”, afirmó con convicción. Pese a los tropiezos, el técnico madrileño se aferra a la fe en sus jugadores, en la reacción colectiva y en la posibilidad de revertir este bajón cuando aún hay puntos en juego.
Una crisis más mental que futbolística
La mayor preocupación en Montilivi no está en el marcador, sino en el desgaste emocional de una plantilla que ha perdido la confianza. Con diez partidos consecutivos sin ganar, la herida va más allá de lo táctico. “Sufre en el campo”, dijo Míchel sobre un equipo que ya no consigue soltarse. El segundo gol del Betis, consecuencia de un error propio, fue un mazazo. Fue más que un tanto en contra. Fue un síntoma de un equipo al que se le ha agotado la reacción, al que le cuesta sobreponerse incluso desde lo anímico. Míchel ha sido autocrítico. No busca excusas, ni reparte culpas.
Ha señalado decisiones propias que no funcionaron, como las sustituciones tras la salida de Stuani, pero nunca se despegó del grupo. “Yo estoy muy fuerte y creo mucho en ellos”, repitió con insistencia. Dentro del plantel, rescató el compromiso de jugadores como Portu, Juan Carlos y Yangel Herrera, no por el rendimiento, sino por la actitud. Porque en momentos así, el carácter vale más que el esquema. Para el técnico, la prioridad no pasa por dibujar mejor los partidos, sino por reconstruir emocionalmente a un equipo que se ha ido desmoronando.
Una llamada a la unión en plena tormenta
Lejos de dramatizar más de la cuenta o pensar en dar un paso al costado, Míchel eligió el camino de reforzar los lazos internos y pedir unidad. Su mensaje fue claro y es que “No hay que buscar excusas fuera y que nadie se baje de este barco”. Porque en esta etapa de turbulencia, la fuerza está en el grupo, no en las individualidades. Para el entrenador, el fútbol ahora va más allá de lo técnico. “Ya no es fútbol, es alma”, soltó con una mezcla de resignación y esperanza, marcando el tono de lo que necesita el Girona en estas últimas seis fechas, entrega, orgullo, sentido de pertenencia.
La afición, que ha vivido de todo con este equipo, no ha dejado de alentar pese a los resultados. Y Míchel lo sabe. Por eso, les dedicó unas palabras que nacen desde el respeto. “Queríamos darles un partidazo. Entiendo su enfado, pero les pido que sigan con nosotros”. El desafío es grande, pero no imposible. A este Girona le falta confianza, sí, pero le sobra corazón. Queda poco margen, pero hay tiempo. La permanencia sigue al alcance. Y si hay alguien que no se baja del barco, es su capitán. “Estoy convencido de que vamos a salir”, sentenció.