En los hogares españoles, la merluza es una invitada habitual. Blanca, versátil y de textura suave, se ha ganado su lugar como una de las opciones favoritas para cocinar al horno, rebozada o a la plancha. Pero no todo lo que parece merluza lo es. Y si es congelada, aún menos. Así lo ha revelado recientemente un riguroso estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que pone el foco en la calidad de los filetes que compramos sin mirar demasiado.
La investigación ha dejado al descubierto algo que muchos consumidores temían: no todos los supermercados ofrecen el mismo estándar de calidad cuando se trata de merluza congelada. Y, en este caso, hay dos cadenas que, según la OCU, han quedado especialmente mal paradas.
4¿Qué debe mirar el consumidor antes de comprar merluza congelada?
La OCU no se ha limitado a señalar los errores: también ha ofrecido una guía clara y sencilla para que el consumidor pueda elegir mejor. Y es que, aunque las etiquetas no siempre nos lo pongan fácil, hay ciertos detalles que pueden marcar una gran diferencia.
Primero, el etiquetado. Es fundamental que la especie del pescado esté claramente identificada con su nombre científico. No es lo mismo un Merluccius hubbsi que una Merluccius australis. Aunque ambas son merluzas, su sabor, textura y valor nutricional pueden variar considerablemente.
Segundo, el peso neto sin glaseado. Muchas veces, el hielo añadido para proteger el producto durante la congelación puede representar hasta un 30% del peso total. Por eso, conviene revisar si el envase especifica cuánto de ese peso corresponde realmente al pescado. La OCU insiste en que esto es clave para evitar pagar por agua en lugar de por merluza.
Tercero, el país de captura. Aunque no siempre es obligatorio, cuando aparece, ofrece una pista importante sobre el origen y las condiciones de pesca. Las zonas FAO pueden parecer un código incomprensible, pero hay herramientas online —recomendadas por la propia OCU— que permiten traducirlo fácilmente.