Conducir es mucho más que un simple acto cotidiano: es sinónimo de libertad, autonomía y movilidad. Sin embargo, esa capacidad de ponerse al volante no es ilimitada. La Dirección General de Tráfico (DGT) establece rigurosos controles médicos para garantizar que todos los conductores cumplan con las condiciones físicas y mentales necesarias. Algunas enfermedades pueden suponer la retirada temporal o definitiva del carné, un tema que afecta a miles de españoles cada año.
¿Qué patologías impiden renovar el permiso? ¿Cómo actúa la DGT ante casos de deterioro cognitivo o problemas cardiovasculares? En este artículo profundizaremos en las normas que rigen la aptitud para conducir y las enfermedades que más preocupan a los expertos en seguridad vial.
4Diabetes, apnea del sueño y otras condiciones silenciosas
Algunas enfermedades poco asociadas con la conducción pueden resultar igual de peligrosas. La diabetes insulinodependiente, por ejemplo, puede provocar hipoglucemias que derivan en desmayos o confusión mental. Por eso, la DGT exige controles estrictos antes de renovar el carné. La seguridad al volante no depende solo de reflejos, sino también de un equilibrio metabólico constante.
La apnea del sueño y enfermedades respiratorias como el EPOC también preocupan a la DGT. La somnolencia diurna o la falta de oxígeno pueden reducir la atención y aumentar el riesgo de accidentes. En casos graves, se exige tratamiento con CPAP o informes médicos actualizados. Conducir exige plena capacidad física y mental, y no siempre basta con sentirse bien.
Por otro lado, la depresión severa, los trastornos de ansiedad incapacitantes o las psicosis pueden ser incompatibles con la conducción. La DGT analiza cada caso, pero si hay alteraciones en la percepción de la realidad o tendencias suicidas, el permiso se suspende por seguridad.