La noche cae y con ella llegan nuestros rituales para conciliar el sueño. Muchos españoles utilizan su móvil hasta el último segundo antes de cerrar los ojos, y lo que parecería un hábito inofensivo podría tener consecuencias devastadoras para nuestra salud cerebral. Este comportamiento tan extendido entre jóvenes y adultos responde a una dependencia tecnológica que nos impide separarnos del dispositivo incluso durante las horas de descanso.
El acto de colocar el móvil bajo la almohada o dejarlo a escasos centímetros de la cabeza durante toda la noche se ha normalizado en nuestra sociedad hiperconectada. No obstante, los expertos en neurología y trastornos del sueño llevan años advirtiendo sobre los peligros que entraña esta costumbre, señalando efectos nocivos que van desde alteraciones en los patrones de sueño hasta posibles daños cerebrales a largo plazo. La combinación del sobrecalentamiento del dispositivo y la exposición prolongada a radiaciones cercanas al cerebro podría estar generando una tormenta perfecta para nuestra salud neuronal.
3EL SUEÑO INTERRUMPIDO: EL LADRÓN SILENCIOSO DE TU SALUD MENTAL
La calidad del sueño se ha convertido en una preocupación sanitaria de primer nivel en España, donde aproximadamente un tercio de la población adulta sufre problemas para dormir. Tener el móvil al alcance durante la noche no solo nos expone a radiación, sino que favorece interrupciones constantes debido a notificaciones, vibraciones o la tentación de revisar el dispositivo ante cualquier insomnio pasajero. Este ciclo de micro-despertares fragmenta las fases del sueño, impidiendo alcanzar los estadios más profundos y reparadores.
La melatonina, hormona responsable de regular nuestros ciclos de sueño, se ve seriamente afectada por la luz azul que emiten las pantallas de los móviles. Pero incluso con el dispositivo en modo silencioso y boca abajo, la mera proximidad del teléfono genera una alerta psicológica que mantiene parte de nuestro cerebro en estado de vigilancia. Este fenómeno, conocido como «insomnio tecnológico», está relacionado con un aumento de casos de ansiedad, depresión y deterioro cognitivo prematuro en la población adulta joven, precisamente el grupo demográfico que más practica el hábito de dormir con el móvil pegado al cuerpo.