Con la llegada de la Semana Santa, hay productos que no solo anuncian la tradición, sino que despiertan una emoción muy particular entre los consumidores. Uno de ellos son las torrijas, ese postre de origen humilde que, cada año, vuelve a los lineales de Mercadona para recordar a miles de hogares que, a veces, el sabor del pasado también se puede encontrar en un envase actual.
Lo que pocos imaginan es que detrás de cada bandeja de Mercadona hay un proceso artesanal adaptado al ritmo de la gran distribución. Sí, lo industrial puede ser también artesanal, y en este caso, lo es. El secreto de estas torrijas, que están conquistando a miles de españoles, radica en una receta que honra la cocina casera con precisión milimétrica.
1Un pan exclusivo para Mercadona: el inicio de todo
No todas las torrijas son iguales. Y si hay un punto de partida que determina su éxito, ese es el pan. Mercadona lo sabe. Por eso, para elaborar su dulce estrella de Semana Santa, utiliza un tipo de pan brioche desarrollado exclusivamente para esta receta.
Este brioche no se improvisa: se hornea en el proveedor especializado Mercapastry —ubicado en Talamanca del Jarama— y está pensado para cumplir dos funciones clave. Primero, debe absorber el líquido sin romperse; segundo, debe mantener una textura esponjosa por dentro y firme por fuera. En otras palabras, el pan está hecho para convertirse en torrija. Su estructura densa y uniforme permite que cada rebanada soporte el remojo sin deshacerse, algo fundamental para mantener la consistencia de este postre tan delicado.
Al igual que en casa, se corta en rebanadas generosas. Porque una torrija que se precie necesita ser sustanciosa. Ni fina como una tostada, ni gruesa como un bizcocho: el punto exacto entre ternura y firmeza.