Especial 20 Aniversario

Tu piel lo adora, pero este ingrediente natural puede estar liándola con tus hormonas

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En la actualidad, miles de españoles utilizan a diario productos para el cuidado de la piel sin conocer realmente qué contienen esos frascos y tubos que pueblan sus cuartos de baño. La piel, nuestro órgano más extenso, absorbe buena parte de lo que le aplicamos, convirtiendo cada crema o loción en una puerta de entrada directa a nuestro organismo. Resulta paradójico que mientras leemos detenidamente las etiquetas de los alimentos, prestemos tan poca atención a los componentes de los productos que literalmente bañan nuestra epidermis durante horas.

Los fabricantes de cosméticos han empleado durante décadas ciertos conservantes y fijadores que alargan la vida útil de sus productos y mejoran su textura. Entre estos compuestos destacan los parabenos y ftalatos, sustancias que, aunque eficaces para mantener la integridad de cremas y lociones, han comenzado a levantar sospechas entre la comunidad científica. Investigaciones recientes sugieren que estas sustancias químicas, presentes en innumerables productos para la piel, podrían interferir en nuestro sistema endocrino con consecuencias potencialmente graves para la salud hormonal.

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EL ENGAÑOSO VÍNCULO ENTRE LO NATURAL Y LO SALUDABLE PARA LA PIEL

Fuente: Freepik

Existe una tendencia generalizada a asociar lo natural con lo saludable, una ecuación que no siempre se cumple. Muchos productos se comercializan destacando ingredientes naturales como aloe vera, aceite de argán o manteca de karité, creando una imagen de producto inocuo que puede enmascarar la presencia de conservantes potencialmente problemáticos para nuestra salud hormonal. Esta estrategia de marketing aprovecha la predisposición psicológica de los consumidores a confiar en lo natural mientras ignoran los componentes sintéticos de la fórmula.

El problema se agrava cuando consideramos que la piel absorbe aproximadamente el 60% de lo que aplicamos sobre ella. No es sólo una barrera, sino una membrana semipermeable que permite el paso de determinadas moléculas. Los parabenos y ftalatos tienen un peso molecular lo suficientemente bajo como para penetrar las capas superficiales de la epidermis y llegar potencialmente al torrente sanguíneo, donde podrían comenzar su interferencia con nuestro delicado equilibrio hormonal. Este dato, poco conocido entre los consumidores, convierte cada aplicación de producto en una posible vía de exposición a disruptores endocrinos.