Especial 20 Aniversario

Lo que de verdad le falta a tu cuerpo no es sueño ni calma, es esto

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El cansancio persistente, los dolores musculares inexplicables o ese estado de ánimo bajo que no remonta podrían tener un origen común que va más allá del estrés cotidiano o la falta de descanso. Lo que realmente falta a tu cuerpo podría ser algo tan esencial como invisible: la vitamina D, un nutriente crucial cuya carencia afecta silenciosamente a siete de cada diez españoles según los últimos estudios epidemiológicos realizados en nuestro país.

Mientras la mayoría de la población sigue culpando al ritmo frenético de vida o a la falta de sueño de sus problemas de salud, los especialistas llevan años alertando sobre una epidemia silenciosa de déficit vitamínico. La insuficiencia de este compuesto esencial falta a tu cuerpo incluso en un país tan soleado como España, donde paradójicamente los hábitos modernos nos han alejado de nuestra principal fuente natural: el sol. Este déficit generalizado está detrás de numerosos problemas de salud que van desde alteraciones óseas hasta disfunciones inmunitarias, pasando por trastornos del estado de ánimo que a menudo se confunden con otras patologías más mediáticas pero menos prevalentes.

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SÍNTOMAS INVISIBLES: CUANDO LA CARENCIA SE DISFRAZA DE OTRAS DOLENCIAS

El carácter insidioso del déficit de vitamina D radica precisamente en la inespecificidad de sus manifestaciones clínicas iniciales. Fatiga crónica, dolores musculares difusos, mayor susceptibilidad a infecciones o alteraciones del estado anímico suelen atribuirse erróneamente a otros factores como el estrés o la falta de sueño. Sin embargo, lo que realmente falta a tu cuerpo cuando experimentas estos síntomas podría ser este nutriente esencial cuya carencia sólo se hace evidente en análisis sanguíneos específicos que raramente se incluyen en los chequeos rutinarios.

Los estudios clínicos han establecido correlaciones significativas entre niveles subóptimos de vitamina D y condiciones tan diversas como depresión, fibromialgia, síndrome de fatiga crónica o mayor susceptibilidad a infecciones respiratorias. Estas asociaciones no son casuales, sino que reflejan el papel crucial de este nutriente en la regulación neuroendocrina e inmunológica. La carencia prolongada también incrementa significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades autoinmunes, ciertos tipos de cáncer y patologías cardiovasculares. El problema es que tanto pacientes como profesionales sanitarios tienden a pasar por alto este factor, buscando explicaciones más complejas o tratamientos sintomáticos para problemas cuya raíz podría estar en lo que simplemente falta a tu cuerpo a nivel nutricional básico. Esta invisibilidad diagnóstica explica por qué, pese a ser una de las carencias nutricionales más prevalentes en España, sigue siendo una de las menos abordadas en la práctica clínica habitual.