Desde su llegada al banquillo del Real Zaragoza en enero, Gabi ha comenzado a dejar su sello en la gestión del equipo, tomando decisiones importantes que empiezan a dar frutos. Una de las más destacadas ha sido el cambio de rol de Kevin Arriaga, al que el nuevo técnico ha devuelto a su posición natural de pivote en el centro del campo. Esta decisión contrasta de forma clara con la que tomara su antecesor, Miguel Ángel Ramírez, quien optaba por alternar a Arriaga entre el centro del campo y la defensa, una fórmula que no acabó de funcionar.
Gabi ha sido claro desde el primer momento, Kevin Arriaga es un mediocentro defensivo con capacidad para dar equilibrio, recuperar balones y ofrecer salida limpia desde atrás. Su apuesta ha dado resultado de forma inmediata. En los dos partidos en los que Arriaga ha actuado como pivote en este 2025, el Real Zaragoza ha sumado sendas victorias, ante el Málaga y el Mirandés. Dos encuentros en los que el hondureño ha mostrado su mejor versión, aportando solidez táctica y ayudando a controlar el ritmo del juego.
Un cambio que mejora al equipo
La apuesta de Gabi por situar a Kevin Arriaga en el mediocentro no solo mejora el rendimiento del jugador, sino también el del equipo en su conjunto. Al tener un pivote natural en esa zona, el Real Zaragoza gana en equilibrio y en orden, dos aspectos que venía echando en falta en fases importantes de la temporada. Además, libera a otros centrocampistas para sumarse al ataque, sabiendo que la retaguardia queda bien cubierta.
El propio Arriaga ya había expresado públicamente su preferencia por jugar como pivote. «Mi posición natural es de pivote y de mediocentro. He actuado en algunos partidos también de central, pero mi posición natural es pivote», señalaba en su día el internacional hondureño. Palabras que ahora cobran sentido con la llegada de Gabi, quien ha confirmado su confianza en el jugador en esa demarcación específica.
El sello personal de Gabi en el Zaragoza
Poco a poco, Gabi empieza a imponer su estilo en el Real Zaragoza, apostando por el equilibrio, la claridad en las funciones y la confianza en jugadores con roles bien definidos. El caso de Kevin Arriaga es solo un ejemplo de su enfoque, donde prima la coherencia táctica y el rendimiento real sobre los experimentos o las soluciones de emergencia. La decisión de devolver al hondureño a su posición natural no responde a una casualidad, sino a una lectura profunda del potencial del jugador y de las necesidades del equipo. Gabi ha demostrado que no le tiembla el pulso a la hora de tomar decisiones que rompen con el pasado reciente si eso puede beneficiar al rendimiento colectivo.
Además, este movimiento revela otra faceta del nuevo técnico zaragocista, su capacidad para conectar con el vestuario y sacar lo mejor de cada futbolista. La confianza que ha depositado en Arriaga ha sido respondida con compromiso y buen rendimiento sobre el césped. A su vez, este tipo de decisiones refuerzan el respeto del grupo hacia el entrenador.