Especial 20 Aniversario

Este componente ‘oculto’ en tus sartenes antiadherentes podría acumularse en tu cuerpo

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La facilidad con la que deslizamos una tortilla de patatas sobre una sartén antiadherente es uno de esos pequeños placeres cotidianos que damos por sentado. Los antiadherentes se han convertido en los aliados indiscutibles de nuestras cocinas, prometiendo menos aceite, limpieza sin esfuerzo y alimentos que no se pegan. Sin embargo, detrás de esta aparente inocuidad se esconde un secreto inquietante que la industria ha mantenido en un discreto segundo plano durante décadas: el ácido perfluorooctanoico (PFOA) y sus compuestos relacionados, conocidos colectivamente como PFAS.

Lo que durante años se celebró como un avance revolucionario en la cocina moderna hoy genera preocupación entre científicos y autoridades sanitarias de todo el mundo. Las sustancias utilizadas para lograr ese efecto mágico de los antiadherentes podrían estar acumulándose silenciosamente en nuestros organismos, permaneciendo allí durante años sin que nuestro cuerpo pueda eliminarlas por completo, según revelan recientes investigaciones. Este hallazgo ha encendido las alarmas sobre los posibles efectos a largo plazo de estos compuestos químicos en nuestra salud, especialmente cuando se consideran las millones de sartenes que se utilizan diariamente en todo el territorio español.

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LOS «CONTAMINANTES ETERNOS» QUE RESISTEN EN TU CUERPO DURANTE DÉCADAS

Fuente: Freepik

El término «contaminantes eternos» no es una exageración periodística sino una cruda realidad científica que define perfectamente a los componentes presentes en muchos antiadherentes. Estos compuestos químicos, principalmente el PFOA y otras sustancias perfluoroalquiladas (PFAS), reciben este inquietante sobrenombre por su extraordinaria resistencia a la degradación natural. Una vez que estas sustancias entran en nuestro organismo, pueden permanecer en la sangre y tejidos durante periodos que oscilan entre los cinco y los veinte años, acumulándose progresivamente con cada nueva exposición.

El problema fundamental radica en la estabilidad química de estos compuestos, la misma característica que los hace tan efectivos como antiadherentes en nuestras sartenes. Cuando cocinamos a temperaturas elevadas con estos utensilios, especialmente si presentan algún rasguño o deterioro visible, pequeñas cantidades de estos químicos pueden desprenderse e incorporarse a los alimentos. Los antiadherentes más antiguos o de baja calidad suponen un riesgo mayor, pues sus concentraciones de PFOA suelen ser más elevadas que en los modelos actuales, donde algunos fabricantes han comenzado a reducir o eliminar estos componentes ante la creciente evidencia científica sobre sus potenciales efectos nocivos.

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