Especial 20 Aniversario

El secreto líquido de los expertos para estar más activos e hidratados

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La medicina asegura que uno de los pilares fundamentales para mantener nuestro organismo funcionando de manera óptima, es mantenernos hidratados. El agua con gas, ese burbujante tesoro que muchos consideran simplemente una alternativa refrescante, se ha convertido en el aliado perfecto para quienes buscan mantenerse hidratados sin caer en la monotonía de la versión plana. Diversos estudios avalan sus beneficios, no solo como sustituto del agua convencional sino como complemento con características propias que pueden ayudar a mejorar aspectos concretos de nuestra salud cotidiana.

En tiempos donde la productividad y el bienestar se han convertido en obsesiones contemporáneas, encontrar métodos efectivos para aumentar nuestros niveles de energía resulta casi una necesidad. Los expertos en nutrición e hidratación han comenzado a recomendar con mayor frecuencia la incorporación del agua carbonatada en nuestras rutinas diarias, señalando que sus particulares características pueden representar ventajas significativas frente al agua corriente. Las pequeñas burbujas que tanto caracterizan a esta variante podrían ser las responsables de efectos que van desde una mejor digestión hasta una sensación de saciedad más prolongada.

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CÓMO INCORPORAR ESTE ELIXIR BURBUJEANTE EN TU RUTINA DIARIA

Fuente:freepik

Integrar el agua con gas en nuestra rutina de hidratación puede resultar sencillo y hasta placentero si seguimos algunas recomendaciones básicas. Una estrategia efectiva consiste en alternarla con agua natural a lo largo del día, reservando los momentos de mayor necesidad de estímulo para disfrutar de la versión carbonatada y así mantener el interés por la hidratación. Esta práctica resulta especialmente útil para personas que se resisten a beber suficiente agua por considerarla insípida o aburrida.

La temperatura también juega un papel fundamental en la experiencia sensorial. El agua carbonatada suele resultar más agradable cuando se consume fría, pues el frío potencia la sensación refrescante y realza las cualidades organolépticas. Los expertos en nutrición sugieren mantenerla a una temperatura aproximada de entre 6 y 10 grados centígrados para maximizar sus propiedades sensoriales, sin que resulte tan fría como para provocar molestias digestivas o reducir su capacidad hidratante.