Especial 20 Aniversario

Este aceite que parece sano, se transforma en tóxico en la sartén

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La búsqueda de alternativas saludables en la cocina nos lleva muchas veces a incorporar productos que, a primera vista, parecen beneficiosos. El aceite de linaza se ha posicionado en los últimos años como una opción aparentemente saludable para muchos consumidores preocupados por su bienestar, gracias a su alto contenido en ácidos grasos omega-3 y sus propiedades antioxidantes. Sin embargo, lo que muchos desconocen es que este producto, tan alabado por sus cualidades nutricionales cuando se consume en frío, puede convertirse en un verdadero peligro para la salud cuando se somete a altas temperaturas en la cocina.

La industria alimentaria y ciertos gurús de la nutrición han promocionado diversos tipos de aceites como alternativas más saludables al tradicional aceite de oliva, creando confusión entre los consumidores. Entre estos aceites «milagrosos» figura el de linaza, cuyo consumo se ha disparado en los últimos años sin que muchos sepan realmente cómo utilizarlo correctamente. Este aceite vegetal, extraído de las semillas del lino, efectivamente posee propiedades benéficas cuando se consume adecuadamente, pero es fundamental entender que no todos los aceites son aptos para cualquier uso culinario, especialmente cuando hablamos de cocinar a altas temperaturas.

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LA IMPORTANCIA DE EDUCAR AL CONSUMIDOR: MÁS ALLÁ DEL MARKETING

Fuente: Freepik

El caso del aceite de linaza pone de manifiesto un problema más amplio relacionado con la educación nutricional y la responsabilidad en la comunicación de las propiedades de los alimentos. Mientras las estrategias comerciales continúan promocionando superalimentos y productos milagrosos, la formación del consumidor medio en aspectos básicos como el punto de humeo de los aceites sigue siendo insuficiente. Las autoridades sanitarias deberían reforzar las campañas informativas sobre el uso correcto de los diferentes tipos de aceite, estableciendo pautas claras que permitan a los ciudadanos tomar decisiones informadas sin poner en riesgo su salud por desconocimiento o por la influencia de mensajes publicitarios engañosos.

La problemática del aceite de linaza es solo la punta del iceberg de un fenómeno más amplio en el que los consumidores se enfrentan diariamente a decisiones complejas sobre su alimentación sin contar con información suficiente o veraz. Las etiquetas de los productos deberían incluir información clara y visible sobre el uso adecuado de cada tipo de aceite, especificando las temperaturas máximas recomendadas y las técnicas culinarias para las que resulta adecuado o inadecuado. Solo a través de una combinación de regulación más estricta y educación nutricional podremos garantizar que productos potencialmente beneficiosos como el aceite de linaza no acaben convirtiéndose en un riesgo para la salud por su uso incorrecto en la cocina diaria.

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