El sistema universitario español atraviesa un cambio que podría considerarse histórico, y es que los papeles se han invertido: ahora la universidad privada es más valorada que la pública. Datos del Ministerio de Universidades muestran que, en la última década, la matrícula en centros privados ha crecido un 56%, pasando de 178.475 estudiantes en el curso 2015-2016 a 278.294 en el 2022-2023. En el otro lado de la balanza, las universidades públicas han visto mermar su alumnado en un 6% en el mismo lapso, con una caída de 1.143.223 a 1.075.053 matriculados.
La Confederación Sindical de Comisiones Obreras (CCOO) ha levantado la voz ante este avance del sector privado a costa del público, destacando que las privadas han sumado más de 100.000 estudiantes en los últimos años mientras las públicas no logran frenar la estampida.
La raíz de este cambio está, en gran medida, en la crisis financiera que ahoga a las universidades públicas. Según la Fundación CYD (Conocimiento y Desarrollo), el gasto público por alumno en España ronda los 7.000 euros, un monto que palidece frente a los medios de la Unión Europea.
CCOO lleva tiempo advirtiendo que esta escasez de fondos está dejando huella: aulas y laboratorios que se caen a pedazos, poca capacidad para innovar y una dependencia cada vez mayor de las tasas, que en regiones como Cataluña o Madrid alcanzan niveles de los más altos del país. Frente a esto, las universidades privadas pisan fuerte, desplegando una oferta más adaptable, con tecnología puntera y lazos internacionales que seducen a quienes buscan un plan B fuera del sistema público.
El crecimiento imparable de la universidad privada en España
La educación privada en España vive un ascenso que no tiene comparación con años anteriores. Según cifras del Ministerio de Universidades, la matrícula en estos centros ha subido un 35% en la última década, pasando de 175.000 estudiantes en 2010 a más de 240.000 hoy día.
Este repunte se debe a varias razones: desde una oferta de carreras más especializadas hasta el tirón de formatos flexibles como la enseñanza a distancia o mixta. A eso se suma el gancho de programas con vocación global y acuerdos con empresas que allanan el camino al mundo laboral, un imán para muchos alumnos. Es decir, las universidades privadas han venido preparándose y captando estudiantes a lo largo de los años de manera silenciosa.
Frente al agotamiento de la oferta de las universidades públicas, las privadas han sabido mantener el ritmo, poniendo dinero en edificios modernos, investigación y profesores de peso, lo que les ha dado un empujón en las listas de prestigio dentro y fuera del país.
Y lo agrava aún más la situación es que este boom no se queda solo en Madrid o Cataluña, donde siempre han mandado en número de centros, sino que se extiende a zonas como Andalucía o la Comunidad Valenciana, donde nuevas universidades han brotado para saciar una demanda que no para de crecer.
El retroceso de la universidad pública: falta de financiación y pérdida de alumnos
Mientras las universidades privadas ganan terreno, las públicas se enfrentan a un horizonte sombrío, tratando de sobrellevar un déficit crónico de fondos. Un informe de CCOO revela que, desde 2009, la inversión pública en educación superior ha menguado un 20 % en términos reales.
Se trata de un tijeretazo que ha golpeado de lleno la calidad de la enseñanza y ha frenado la puesta al día de sus instalaciones. En muchas universidades públicas, el dinero no llega para renovar tecnología, traer profesores nuevos o adecentar aulas y laboratorios, algo que los estudiantes notan en el día a día, y en definitiva, es lo que está marcando la diferencia entre lo privado y lo público.
Este desgaste tiene un eco claro en las cifras: menos alumnos pisan las universidades públicas. Si en 2010 coparon más del 90 % del total de universitarios en España, hoy esa cifra ha bajado al 82 %, según datos del Ministerio de Universidades. El encarecimiento de las tasas en ciertas regiones ha añadido leña al fuego, empujando a muchos a mirar hacia el sector privado, donde el precio, aunque alto, no siempre está tan lejos de lo que piden algunos públicos que han subido sus tarifas en los últimos años. El contraste entre ambos mundos dibuja un futuro incierto para la educación superior en el país.
¿Hacia dónde se dirige la educación superior en España?

El ascenso de las universidades privadas y los apuros del sistema público están dando forma a un nuevo paisaje en la educación superior española. Aunque el número total de universitarios ha crecido en los últimos diez años, las instituciones privadas pisan cada vez más fuertes dentro del tablero.
Este giro despierta temores sobre una brecha en el acceso a la formación, pues los centros privados, con matrículas que fácilmente rebasan los 10.000 euros al año, quedan fuera del alcance de buena parte de la ciudadanía.
Voces expertas en el ámbito educativo alertan de un peligro claro: si el Estado no afloja el bolsillo, la universidad pública podría dejar de ser el gran igualador de oportunidades. CCOO pone números a la preocupación: España apenas dedica un 1,1 % de su PIB a la enseñanza universitaria, una cifra que palidece ante los medios de la Unión Europea y que ata de manos a las públicas frente a los desafíos de hoy.
El rumbo que tome la universidad en el país dependerá de si el sector público logra reinventarse para dar respuesta a lo que pide el mercado laboral y plantarle cara al privado en igualdad de condiciones, evitando que la excelencia académica se convierta en un lujo al alcance de unos pocos.