Hablar de guerra en Europa suena una película de otra época, pero la geopolítica mundial parece marcar otro camino y ha vuelto a poner sobre la mesa un tema que muchos creían enterrado: ¿y si España tuviera que tirar de reclutamiento forzoso? El servicio militar obligatorio se despidió en 2001 con más alivio que nostalgia, pero la Ley de Defensa Nacional guarda un as en la manga.
Y es que si las cosas se ponen feas, si de verdad existe una amenaza de guerra real o una amenaza contra el país, el Gobierno podría echar mano de la «movilización y requisición» y llamar a filas a los ciudadanos. Eso sí, el Congreso tendría que dar el visto bueno y la crisis tendría que ser de verdad muy seria.
Mientras tanto, otros países europeos están fortaleciendo sus defensas, pero España sigue apostando por un ejército de voluntarios con los que se apuntan porque quieren. Aun así, el runrún sobre si estamos listos para lo que pueda venir está cogiendo fuerza, sobre todo después de que algunos líderes del continente hayan comenzado a pedir más músculo militar para estar preparados. Y claro, la duda surge: si el panorama se tuerce, ¿veríamos a los jóvenes españoles mochila en mano rumbo a un cuartel?
El servicio militar en España: voluntariado y cambios legislativos
El servicio militar obligatorio o la mili como se le conoce normalmente en España fue abolido en 2001, cuando el gobierno de José María Aznar decidió que era hora de colgar las botas del servicio obligatorio y apostar por un ejército de los que van porque quieren.
De esta manera, España experimentó una reforma que hizo que los cuarteles llenos de reclutas a la fuerza quedaran en el pasado y dio paso a unas Fuerzas Armadas profesionales, con soldados curtidos y especializados que hoy son el corazón de la defensa del país. Desde entonces, el ejército ha dado un giro de 180 grados, puliendo su estructura para que todo funcione como un reloj.
Pero que nadie piense que sin la mili España se queda con los brazos cruzados si las cosas se tuercen. La Ley de la carrera militar de 2007 tiene un plan B bajo la manga: los reservistas. Así es, España cuenta con un contingente de reservista que puede usar en caso de amenazas reales contra la soberanía del país.
Este sistema es como una estrategia que se utiliza para engordar las filas en caso de apuro, y lo hace con tres tipos de refuerzos: los que se apuntan por gusto, los que están disponibles para echar un cable y los que, si no queda otra, tendrían que sumarse sí o sí. En tiempos tranquilos, el ejército tira de sus profesionales, pero si el cielo se nubla, estas reservas podrían entrar en juego a la velocidad del rayo.
La Ley de Defensa Nacional: ¿una puerta abierta al reclutamiento obligatorio en tiempos de crisis?
En caso de una amenaza real de guerra, la Ley de Defensa Nacional puede hacer uso de los reservistas obligatorios. Hablamos de jóvenes entre 19 y 25 años que, si el país se declara en emergencia o una guerra, podrían recibir una llamada para ponerse el uniforme. Es una carta que solo se jugaría en casos extremos, cuando el ejército no dé abasto, pero deja claro que las leyes españolas tienen un plan para echar mano de la gente si hace falta defender el terreno.
¿Cómo funciona la cosa? Primero, un formulario para ver cómo están de salud y dónde les gustaría encajar dentro del ejército. Luego, a pasar el filtro: revisión médica, pruebas psicológicas y un vistazo a cómo están de forma física, todo para asegurarse de que pueden enfrentarse a situaciones extremas como las que se desarrollan en un conflicto bélico. Nadie espera que esto se active a lo grande mañana mismo, pero la legislación está lista para tapar agujeros en las filas si el panorama se complica y no queda otra.
El contexto europeo y la necesidad de una preparación militar ante amenazas globales
El aumento de las tensiones geopolíticas en Europa, especialmente a raíz de la invasión rusa de Ucrania, ha generado un entorno de incertidumbre que pone en evidencia la necesidad de estar preparados ante cualquier eventualidad.
La Unión Europea ha comenzado a impulsar iniciativas que buscan fortalecer la resiliencia de sus ciudadanos frente a crisis globales. Esto incluye recomendaciones para que los países miembros cuenten con un plan de emergencia y preparen a sus poblaciones ante la posibilidad de desastres naturales o conflictos bélicos.
En este contexto, España también se ha visto obligada a replantear su estrategia de defensa y a garantizar que, en caso de ser necesario, sus ciudadanos puedan ser movilizados rápidamente. Por ahora las amenazas de guerra no parecen reales, sin embargo, la historia ha demostrado que es mejor estar preparados para enfrentar cualquier emergencia.
En este sentido, el sistema de reservistas podría convertirse en un elemento clave para asegurar que España mantenga una defensa efectiva ante cualquier amenaza exterior.