Los ciberdelincuentes no descansan y ahora han puesto de moda una nueva estafa, que tiene en vilo a medio país. WhatsApp y Bizum como anzuelo, estos pillos se disfrazan de amigos o parientes para mentir a sus víctimas, aprovechándose de lo mucho que confiamos en los nuestros y de lo rápido que actuamos cuando parece que hay un apuro.
El mecanismo es tan básico como astuto: te llega un mensaje de alguien que supuestamente conoces, pidiéndote un favorcillo. «Oye, ¿me pasas 50 euros rápido? Es que Bizum me está fallando, mañana te lo devuelvo», podría poner. Tú, pensando que es tu colega o tu primo, mandas el dinero sin pestañear. Pero no hay colega ni primo al otro lado, sino una sinvergüenza digital que ya está contando billetes.
Lo que da escalofríos de este timo es cómo se extiende como la pólvora. Si logran meterse en una cuenta de WhatsApp, van directos a por los contactos y repiten la jugada una y otra vez. Hay casos de gente que, tras ser hackeada, ha visto cómo sus amigos perdían un buen pellizco antes de que alguien diera la voz de alarma. «Fue todo tan rápido que no lo vimos venir», cuenta uno de los afectados.
Las autoridades ya han encendido las luces rojas por lo rápido que está creciendo este fraude. Su recomendación es clara: no te creas nada si te piden dinero por mensaje, ni aunque parezca tu madre. Haz una llamada, queda en persona o busca cualquier forma de asegurarte de que no te la están pegando antes de rascarte el bolsillo. En esta era de prisas y pantallas, el mejor parapeto contra estas caraduras del teclado no es bajar la guardia ni un segundo.
Cómo funciona la estafa y por qué es tan fácil caer en ella
Los ciberdelincuentes han dado con una fórmula que explota lo más humano que tenemos: la confianza en los nuestros. El timo arranca cuando logran colarse en una cuenta de WhatsApp, a menudo tras pilar a alguien desprevenido con otro engaño previo. Desde ahí, empiezan a mandar mensajes a diestro y siniestro a los contactos de la víctima, como si fuera el dueño del teléfono. «¿Oye, me haces un favor rápido?», sueltan, y luego viene una historia bien hilada sobre un apuro con Bizum que suena a verdad.
El truco está en cómo lo cuentan: corto, directo y con ese tono cercano que te hace pensar que es tu colega de toda la vida. «Es que no me funciona la app, ¿me mandas 30 euros y te los devuelvo en un rato?». Y claro, como viene de alguien que conoces y no piden un dineral, muchos pican sin pararse a pensar dos veces. La prisa que meten los estafadores también ayuda; te empujan a actuar ya, sin darte tiempo a olerte la jugada.
Pero cuando pulsas «enviar» en esa transferencia, el dinero se esfuma para no volver. Te quedan con cara de póker, una cuenta más ligera y, para colmo, a veces hasta con tu propio WhatsApp en manos ajenas, listo para que el ciclo siga. Es un golpe bajo que juega con lo que nos hace humanos, y por eso está dejando tantas víctimas a su paso.
El peligro de la cadena: así se multiplica el número de víctimas
Cuando los delincuentes ponen un pie en una cuenta de WhatsApp, no pierden el tiempo: agarran la lista de contactos y empiezan a tirar del hilo. Cada nuevo teléfono que enganchan es una puerta abierta a más víctimas, y así, en un abrir y cerrar de ojos, lo que empezó con un timo pequeño se convierte en una cadena que les llena los bolsillos a base de bien.
Lo peor es que cada uno que cae, sin saberlo, le pasa la antorcha al siguiente. Basta con echar un vistazo a las redes sociales para flipar con la cantidad de historias: gente que jura que su amigo le escribió en apuros, solo para descubrir que era un fantasma digital. Es un engaño que corre como el viento y deja un rastro de líos tras de sí.
Consejos clave para detectar y evitar este fraude antes de que sea tarde
La clave para no caer en esta trampa está en ir un paso por delante de los timadores: previene antes que lamentar. Si te llega un mensaje de un contacto pidiendo dinero de repente, por mucho que te saque las lágrimas con su historia, no te lanzas a enviar nada. Coge el teléfono, llama a esa persona o mándale un audio por otro canal para verificar si es ella de verdad o un lobo con piel de cordero. Y si el mensaje viene con prisas o te dice que mandes la pasta a alguien que no conoces, ponte en guardia: huele a trampa.
Un truco sencillo, pero que vale oro es blindar tu WhatsApp con la verificación en dos pasos. Así, si intentan colarse, se estrellan contra un muro. Ojo también con los códigos que te piden por mensaje: no los sueltes ni loco, como tampoco tus datos personales. Si te huele a que ya te la han colado, no te quedes de brazos cruzados: avisa al banco y pon una denuncia para que las autoridades le echen el guante a estos listillos. Estar atento y no bajar la guardia es lo que te salva de este engaño, que por desgracia sigue ganando terreno cada día que pasa.