La princesa Leonor, heredera al trono español, ha venido enfrentando desafíos tras desafíos al verse ‘envuelta’ en diversos escándalos que han ensombrecido su nombre. Ni su padre ni su abuelo vivieron, en sus años de formación militar, el acoso y la exposición constante a la que es sometida Leonor y que perturba su tranquilidad.
Durante su formación en el buque escuela Juan Sebastián Elcano, han sacado a la luz una serie de fotos captadas en Uruguay, que han desatado una tormenta mediática, según informa EnBlau y otros canales informativos. Fotografías que, según fuentes informativas como ‘Esdiario’, podrían mostrar a la princesa de forma comprometida, «“el fotógrafo español que captó las imágenes de la Princesa de Asturias ha insinuado que en ellas no solo aparece en bikini”.». Desde la filtración de las imágenes, la Casa Real ha intentado detener la propagación de las fotos, pero la polémica sale a la luz una y otra vez.
La travesía de Leonor entre la tradición y el hostigamiento mediático del siglo XXI
El 11 de enero, la princesa Leonor inició su travesía a bordo del Juan Sebastián Elcano, esto como parte de una práctica formativa militar que también cumplieron Felipe VI y Juan Carlos I. El viaje, que consta de 17.000 millas y ocho escalas, busca otorgar las bases fundamentales de la preparación militar y su conexión con la marinería.
Sin embargo, lo que para Felipe VI y Juan Carlos I fue un proceso discreto, para Leonor se ve interrumpido por cámaras omnipresentes. En cada escala de Elcano —Brasil, Uruguay y próximos destinos—, la princesa es fácilmente el blanco de fotógrafos y personas con smartphones tratando de obtener las mejores imágenes para sacarles provecho luego, un detalle a gran escala que la Casa Real no anticipó.
En el país suramericano, Uruguay, se vivió el episodio que inició el conflicto
Lo que parecía ser una escala tranquila en Uruguay, empezó un torbellino de especulaciones, ha informado EnBlau. Luego de las fotos tomadas en Brasil y posteriormente expuestas, donde aparecía Leonor, aparentemente, junto a un chico, desató rumores de romance, las imágenes tomadas en Montevideo generaron gran impacto y encendieron las alarmas en la Casa Real.
Según El Periódico de Catalunya, «Un reportaje fotográfico de Leonor en bikini podría ver la luz», titulaba en ese momento el artículo firmado por Laura Fa y Lorena Vázquez. Pero esta nota fue eliminada de la web del citado medio, posteriormente, según informó EnBlau.
Aunque el artículo fue retirado, medios informativos y el apuro de la Casa Real por retirar las fotos, sugieren que el contenido de las fotos de Leonor va más allá, tal y como citamos al inicio de esta nota. Esdiario también agrega que: «Las especulaciones apuntan a tres posibilidades: que Leonor aparezca sin la parte superior del bikini, fumando o en una actitud demasiado afectuosa con su novio de 19 años». Ninguna de las imágenes ha sido confirmada, pero la Casa Real ha intensificado su esfuerzo para vetar su difusión, interés que avivó los rumores.
Tecnología vs. la privacidad de la monarquía
El caso específico de la princesa Leonor es ejemplo de cómo los smartphones y las redes sociales han normalizado, democratizado y vulnerado la exposición abrupta de las figuras públicas. Mientras en el siglo XX las casas reales controlaban la exposición de fotografías de la realeza mediante fotógrafos oficiales o acuerdos con medios puntuales.
Actualmente, cualquier persona se siente con el derecho de capturar y compartir contenido sin ningún tipo de autorización. La princesa se encuentra en un dilema generacional. Su rol como parte de la monarquía exige formalidad, pero su juventud interfiere con la expectativa de una vida «normal».
La Casa Real guarda silencio pero actúa
Frente al cúmulo de especulaciones sobre las fotos en Uruguay y Brasil, la Casa Real optó por implementar una estrategia dual, según informa EnBlau: presión legal que obligue a retirar contenido y silencio institucional.
Ha dicho el medio citado que, según fuentes cercanas a Felipe VI y Letizia, abogados afectos a la familia han contactado a medios y personas en redes sociales para instarlos a destruir el contenido multimedia (de existir), aduciendo: «violación de derechos de imagen».