Con la llegada de la primavera y el fin del invierno, son muchos los españoles que han recordado que la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) predijo a finales de 2024 un ‘invierno seco’ para España. Las constantes lluvias vividas, sobre todo en el mes de marzo, han provocado una ola de indignación social en torno a esto, poniendo en duda la fiabilidad del organismo dependiente del estado. Pero, ¿qué hay de verdad en todo esto?
En este diario nos hemos parado a analizarlo para dar una respuesta concreta y ser lo más transparentes posibles con este asunto. Y, aunque te sorprenda, lo cierto es que sí ha sido un invierno seco y cálido, la AEMET no te ha mentido. El problema es que hay que establecer una diferenciación evidente, y la agencia no ha sabido comunicarlo correctamente con antelación para evitar un perjuicio de imagen que parece inevitable.
Tanto es así que la predicción inicial ha acabado siendo objeto de mofa en programas de radio, televisión y en redes sociales, donde hemos podido leer a diferentes personalidades como el economista Daniel Lacalle, el diputado Pablo Cambronero o el periodista español Iker Jiménez. «Este iba a ser un invierno seco según los expertos. Lo que pasa es que es seco remojado», comentaba el presentador de Cuarto Milenio.
La diferencia entre invierno meteorológico y astronómico
Hay que diferenciar claramente entre conceptos. La previsión de la AEMET va dirigida al invierno meteorológico, que comprende los meses de diciembre, enero y febrero. No comprende hasta el 20 de marzo, como el invierno al que estamos acostumbrados socialmente (el astronómico), sino del 1 de diciembre al 28 de febrero. Simplemente con esa distinción ya sabemos que la gran etapa de lluvias vivida en nuestro país en 2025 no se contabiliza dentro de la estación más fría del año.
La AEMET destaca que fue un invierno seco en el conjunto de España, pero con desigualdad en la distribución, siendo «lluvioso en el oeste peninsular pero muy seco en amplias zonas del este y Canarias«. En cuanto a las precipitaciones de la primavera, no se han querido mojar (nunca mejor dicho) y establecían que no hay una tendencia clara al respecto, aunque solo en los primeros diez días de marzo ha llovido más de lo que suele producirse en un mes de marzo al completo.
«En promedio, el invierno fue más cálido y seco de lo normal. En general, los inviernos están siendo más cálidos y secos de lo normal», explica Diego Ferraz Castiñeiras, divulgador climático y responsable de la Fundación Renovables, que recuerda que las estaciones meterológicas -a diferencia de las astronómicas- se llevan utilizando desde el siglo XVIII para hacer una mejor comparativa de los datos climáticos.
Sobre esta tendencia meteorológica observable, la AEMET nos ha dejado datos más precisos al publicar el balance del invierno 2024-2025. Durante el periodo comprendido, las precipitaciones alcanzaron solo el 77 % del valor normal en la península (66 % en Baleares y 48 % en Canarias), aunque con el gran asterisco que hemos comentado con anterioridad: hubo buena cantidad de lluvia en el oeste peninsular, con la mitad oriental y los archipiélagos secos.
En cuanto a la distribución mensual, consideran que diciembre fue muy seco, enero fue húmedo y febrero seco. Diciembre de 2024 fue el de menos lluvias del siglo solo por detrás del de 2015, y solo la segunda quincena de enero fue muy lluviosa. «Mientras que zonas del oeste y noroeste peninsular registraron precipitaciones entre el 125 y 150 % del promedio normal, en áreas del tercio oriental peninsular no se llegó ni al 25 % de lo normal», comentan desde la AEMET y el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
También ha sido un invierno cálido, según la AEMET
Respecto a las temperaturas, aunque no lo creas se trata del sexto invierno más cálido desde que hay registros, y el quinto del siglo XXI. Explican que no se produjeron olas de frío por segundo invierno consecutivo, y que de los últimos diez, solo uno fue frío (el de 2017-2018), por tres cálidos y seis muy cálidos.
En relación a los meses, diciembre fue cálido, mientras que enero y febrero los etiquetan como muy cálidos. El periodo más frío ocurrió entre el 13 y el 19 de enero, cuando se produjeron heladas nocturnas intensas, marcando -11,2 grados en la localidad de Molina de Aragón. La temperatura más alta se midió el 15 de diciembre en La Palma, con 28,8 grados. La temperatura media sobre la España peninsular en invierno ha sido de 7,8 grados centígrados, un valor que está más de un grado por encima de la media de esta estación obtenida en los últimos treinta años.
Por tanto, queda claro que sí que ha sido un invierno seco y cálido, aunque nuestra impresión sea la opuesta y la AEMET no haya conseguido limpiar su imagen. Para todos aquellos que siguen dudando de los pronósticos, vale la pena recordar la reflexión del meteorólogo Álvaro Oliver, quien aseguraba que la meteorología es una ciencia probabilística que, por tanto, se rige por probabilidades. «Cuesta entenderlo porque muchos esperan predicciones exactas para la puerta de casa a 20 días vista, pero no es así. El pronóstico se impregna del caos que domina la atmósfera», sentenciaba.