En los últimos años, la Dirección General de Tráfico (DGT) ha explorado fórmulas innovadoras para mejorar la seguridad vial. Entre campañas impactantes y controles más estrictos, ha surgido un experimento peculiar: la Línea Verde. Esta franja de color, que acompaña el borde de ciertas carreteras españolas, no es un simple adorno. Es un recurso psicológico diseñado para engañar a nuestra percepción y, en teoría, reducir la velocidad de los vehículos sin que los conductores sean plenamente conscientes de ello.
El concepto, importado de países nórdicos, plantea preguntas fascinantes sobre cómo interactuamos con el entorno vial. ¿Puede un cambio aparentemente mínimo en el paisaje de la carretera influir en nuestro comportamiento al volante? ¿O se trata de otro intento bienintencionado pero ineficaz por parte de la DGT? En este artículo profundizaremos en los detalles de una medida que podría extenderse por toda España.
2Palencia como banco de pruebas
La elección de la provincia de Palencia para el primer ensayo no fue casual. Las carreteras CL-613 y CL-615 presentaban características ideales: tráfico constante pero no masivo, tramos con historial de accidentes y suficiente longitud para estudiar el comportamiento de los conductores a lo largo del tiempo, según informó la DGT.
Los primeros meses arrojaron resultados prometedores. Las mediciones realizadas por la DGT mostraron una reducción promedio de la velocidad en los tramos con la Línea Verde. Los datos parecían confirmar que el efecto psicológico funcionaba, al menos en el corto plazo. Sin embargo, conforme pasaba el tiempo, algunos conductores comenzaban a mostrar signos de habituación, reduciendo menos la velocidad en sucesivos pasos por las mismas zonas.