En un making of publicado por la editora de videojuegos 505 Games, Steven Wilson decía que no esperaba emocionarse con el final del Last Day of June, pero lo hizo. Esta afirmación no resultaría reveladora si no hablásemos del compositor del videojuego de Ovosonico, el estudio que en 2015 le propuso llevar el videoclip de su canción ‘Drive Home’ –que ya trataba esa misma historia– a esta industria a veces tan falta de ideas originales.
Aquel trabajo dirigido por Jess Cope contaba con los personajes diseñados por Hajo Müller, quien influenció de manera directa a un Massimo Guarini enamorado de tal producción. El desarrollador italiano presentó un título evocador en forma de aventura gráfica laxa pero, eso sí, cargada de sentimiento, que todavía hoy vuelve a mi memoria de vez en cuando.
Last Day of June, más allá de ser el último día de junio (aunque para PlayStation 4 y PC en agosto de 2017), se convertía en el último día de June, la mujer de Carl. Él tiene que lidiar con la trágica muerte de su cónyuge en un accidente de tráfico durante una tarde procelosa. La aciaga pérdida persigue a nuestro protagonista que, un buen día de su nueva vida en silla de ruedas, descubre que los cuadros de June han cobrado vida y puede, a partir de ellos, regresar al pasado e intentar evitar la desgracia. Lo hará a través de cuatro vecinos –controlamos al niño, la chica, el cazador y el anciano– cuyas acciones han influido de manera directa al desenlace. Cada uno de ellos cuenta con una intrahistoria plasmada únicamente en detalles, pero que también aguarda el concepto de pérdida.
Asimismo, sirve de excusa para cada uno de los rompecabezas que debemos completar hasta dar con la suma de elecciones correcta que nos lleve al giro final de este efecto mariposa. Es aquí donde la obra peca de poco ágil y nos insta a una fórmula de prueba y error que no beneficia en demasía al desarrollo.
Los puzles son relativamente sencillos e ingeniosos, pero la iteración de momentos por los que ya hemos pasado hace que deseemos que un juego corto lo sea todavía más. Cuando hacemos que el niño juegue con el anciano en vez de con la pelota, deberemos regresar allí más adelante porque la vecina necesita la cuerda de su cometa; y si el crío vuelve con el balón, entretendrá al perro que necesita el cazador para resolver su problema. Es un proceso necesario y que cobra sentido con la mecánica, pero se vuelve tedioso revivirlo cuando ya conocemos qué va a suceder.
La experiencia no se ve del todo empañada gracias al resto de apartados. Last Day of June cuenta con una dirección artística sobresaliente que llega a su cénit cuando el sol esplende en su puesta. Además, el sonido es uno de esos aspectos que incide directamente en el gameplay. No solo hablamos de los efectos y la banda sonora, excelente con los temas de Wilson, sino que el énfasis en una comunicación tan particular amerita las buenas sensaciones. Los personajes no hablan, pero emiten sonidos que emulan una conversación. Y funciona; vaya que si lo hace. No se echan de menos las palabras cuando lo sonoro va de la mano de la narrativa.
Last Day of June, un videojuego que te rompe por dentro
Me molesta que Last Day of June se haya quedado en una anécdota y no haya tenido un gran recorrido en la industria. El videojuego tiene mucho que decir todavía hoy, por mucho que hable de cosas muy específicas y se desmarque de lo que las grandes producciones tienen acostumbrado al público. Y habla constantemente de ellas. Habla de arrepentimiento y sentimiento de culpa, pero también de frustración. Tú eres Carl cuando languidece cada vez que intenta cambiar el destino y comprueba, al despertarse, que sus piernas siguen sin responder y el asiento de al lado continúa vacío. La historia que propone Guarini, con sus defectos y lo inconclusa que pueda llegar a parecer, es directa y adulta. Y eso le honra.
El cóctel de Last Day of June deja un sabor curioso que me dejó con el corazón en un puño. No es insípido, ni comercial; y tampoco es verdaderamente único. Pero, por encima de todo, es uno que merece la pena probar y reivindicar de vez en cuando.