El modelo de producciones internas de Netflix sigue siendo un misterio para la mayoría de los expertos. El gigante del streaming había prometido, tras la inversión en ‘El Irlandés’ de Martin Scorsese, que intentaría alejarse del coste de las megaproducciones de autor, pero lo cierto es que su más reciente estreno, ‘Estado Eléctrico’ de los hermanos Russo es, con diferencia, su película más costosa; y de hecho es una de las más costosas de siempre, con alrededor de 320 millones de dólares para grabarse, lo que la hace la decimotercera cinta más cara de la historia.
Es difícil entender la decisión. Es cierto que la película de los directores de las últimas dos entregas de Vengadores y las últimas dos películas del Capitán América protagonizada por Chris Evans demuestra el dinero en los efectos especiales y en el elenco escogido, pero también parece complicado pensar que se justifica el precio para un filme que no venderá entradas en taquilla por el simple hecho de que no se estrenará en cines.
Más allá del castigo que ha recibido la cinta en la crítica norteamericana, algo que no debe preocupar demasiado a Netflix, la producción no tiene demasiadas estrategias para generar ingresos. Es posible que haya algo de mercancía planeada, pero además de que la crítica le ha dado la espalda, el público no ha mostrado demasiado interés en la superproducción. Aparte de la curiosidad inicial en su semana de estreno que sirvió para colocarla de número uno entre las más vistas de la plataforma no hay demasiado retorno de la inversión a mediano y largo plazo.
Y es que a pesar de sus problemas, el modelo de estrenos en la gran pantalla permitía a los estudios generar dinero directamente de las entradas vendidas. Por cada entrada que se vende en cualquier cine del mundo, el ingreso se divide entre el estudio, el local y el distribuidor, en caso de que este último no sea la misma casa productora. En promedio, se asume que una cinta de alto presupuesto suma además el equivalente a su coste de producción en publicidad, por lo que para que un estudio es necesario duplicar el costo de producción en taquilla para hacer que el estreno sea rentable.
LAS MEGAPRODUCCIONES DE NETFLIX Y SU OBJETIVO
En teoría, al menos según la propia Netflix, la idea de estas producciones es atraer más usuarios a la plataforma. Es la principal estrategia del gigante del streaming a la hora de generar ingresos, junto a la venta de anuncios de los últimos años, parte clave de su idea de construir un modelo donde no solo haya más usuarios, sino que realmente cada uno de ellos sea más rentable de lo que eran cuando saltaron del alquiler de películas al streaming.
El problema es que una producción como esta no está consiguiendo segundas visualizaciones, no suma nuevos usuarios. Al fin y al cabo no es una marca conocida, y después de pocos días no tiene demasiado peso como fuente de ingresos por la publicidad. Además, se suma que es complicado calcular realmente el motivo para suscribirse de un nuevo usuario, y todavía más demostrarle a un anunciante que una nueva película sin secuelas planteadas, al menos de momento, justifica apostar por mantenerse en la plataforma.
Otras apuestas cinematográficas de Netflix han sido mucho menos costosas. Allí están éxitos como ‘El misterio de Glass Onion’ y las dos entregas de ‘Enola Holmes’, películas que cumplen la misma función de dar nuevo contenido a la plataforma por un presupuesto mucho menor de 320 millones de euros, y que además son parte de una serie de producciones que se estrenan de forma exclusiva en la plataforma.
NETFLIX: EL ÚNICO SERVICIO DE STREAMING QUE NO SE ACERCA A LOS CINES
Es llamativo que la plataforma de streaming se haya vuelto la que más invierte en cintas individuales; es irónico, pues además sigue siendo la única que no pasa por la gran pantalla. Max, la plataforma de streaming de Warner Bros Discovery, solo acelera el estreno de aquellas películas que fracasan en cines, Disney+ repite esta estrategia y tanto Amazon como Apple consideran el estreno en salas tanto una fuente de ingresos clave, además de ser parte del acuerdo para colaborar con cineastas de la talla de Ridley Scott y Martin Scorsese.
En cualquier caso, será interesante ver cómo afecta esta nueva apuesta a Netflix. En el corto plazo han conseguido atención sobre ‘Estado Eléctrico’, pero la película no parece tener mucho recorrido y es un ejemplo más que negativo para las producciones de la plataforma, al menos por lo que muestra la reacción inicial de la crítica y de los espectadores. Pero, al menos mientras Ted Sarandos decida, lo que es evidente es que no se acercarán a las salas de cine.