Las altas temperaturas del verano español suelen cambiar nuestros hábitos de consumo en prácticamente todos los aspectos de nuestra alimentación. El café, esa bebida casi ritual para millones de personas, parece quedar relegada a un segundo plano cuando el termómetro supera los 30 grados, sustituida por refrescos y otras bebidas frías que prometen combatir el calor sofocante de julio y agosto. Sin embargo, renunciar a este placer cotidiano resulta completamente innecesario.
El verano no debería suponer un impedimento para los amantes de esta aromática infusión, sino una oportunidad para descubrir nuevas formas de disfrutarlo. Las opciones para preparar café frío son numerosas y variadas, adaptándose a todos los gustos y niveles de exigencia, desde las recetas más tradicionales hasta las tendencias más innovadoras importadas de otros países, pasando por creaciones que fusionan lo mejor de distintas culturas gastronómicas. Las tres alternativas que se presentan a continuación permitirán mantener intacto el placer del café durante los meses estivales, sin sacrificar su sabor ni sus propiedades estimulantes.
4LAS VENTAJAS SORPRENDENTES DEL CAFÉ FRÍO FRENTE AL CALIENTE
El café preparado mediante métodos fríos presenta diferencias químicas y organolépticas significativas respecto a su versión caliente que van más allá de la temperatura de servicio. La extracción en frío reduce hasta en un 70% la acidez característica del café tradicional, haciéndolo mucho más tolerable para personas con estómagos sensibles o problemas digestivos. Además, los procesos de oxidación se minimizan durante la preparación en frío, preservando mejor los antioxidantes naturales y potenciando sus efectos beneficiosos para el organismo. Estas propiedades convierten al café frío en una opción no solo refrescante sino potencialmente más saludable para su consumo durante los meses estivales.
Desde el punto de vista nutricional, el café frío mantiene intactas las propiedades estimulantes de la cafeína, pero su liberación en el organismo resulta más gradual y sostenida, evitando los picos de energía seguidos de bajones que a veces se experimentan con el café caliente. Los estudios científicos sugieren que esta forma de consumo podría contribuir a una mejor hidratación durante el verano, contrarrestando parcialmente el efecto diurético tradicionalmente asociado a esta bebida y proporcionando una alternativa interesante a otras bebidas refrescantes con alto contenido calórico o artificiales. Además, su menor acidez permite saborear matices y notas aromáticas que suelen quedar enmascaradas en las preparaciones calientes, descubriendo una nueva dimensión sensorial incluso en los cafés habituales.