La revolución gastronómica que ha supuesto la cocina sencilla sin aceite está cambiando los hábitos culinarios de millones de hogares españoles. La freidora de aire se ha convertido en el electrodoméstico estrella de los últimos años, conquistando cocinas y ganando adeptos gracias a su capacidad para preparar alimentos crujientes y sabrosos con una mínima cantidad de grasa. Su versatilidad y facilidad de uso han transformado la manera en que muchas familias afrontan la preparación diaria de comidas, especialmente cuando hablamos de ese producto tan español y versátil como es la patata.
Las patatas, ese ingrediente humilde pero tremendamente agradecido, encuentran en este moderno electrodoméstico un aliado perfecto para lucir con todo su esplendor. Desde las clásicas patatas fritas hasta elaboraciones más sofisticadas, la combinación de este tubérculo con la tecnología de aire caliente produce resultados sorprendentes que satisfacen tanto a paladares exigentes como a quienes buscan opciones más saludables sin renunciar al sabor. Las tres propuestas que se presentan a continuación demuestran que con pocos ingredientes, mínimo esfuerzo y una freidora de aire, es posible disfrutar de patatas deliciosas que nada tienen que envidiar a las preparadas con métodos tradicionales.
3PATATAS BRAVAS MADRILEÑAS: LA TAPA ESPAÑOLA REINVENTADA
Las icónicas patatas bravas adquieren una nueva dimensión cuando se preparan en una freidora de aire, manteniendo todo su sabor tradicional pero con una textura mejorada y una elaboración más saludable. Los ingredientes necesarios incluyen patatas nuevas o especiales para freír, pimentón dulce y picante, salsa de tomate casera, ajo, cebolla, vinagre de vino, tabasco (opcional para aumentar el picante), aceite de oliva virgen extra y un toque de azúcar para equilibrar la acidez del tomate. Las patatas se lavan, se secan y se cortan en dados de aproximadamente 3 centímetros, manteniéndolas en agua fría durante una hora para eliminar el exceso de almidón y conseguir ese exterior crujiente que caracteriza a unas buenas bravas.
La salsa, auténtica protagonista de este plato, se prepara mientras las patatas reposan, sofriendo la cebolla y el ajo picados muy finamente en una sartén con aceite de oliva hasta que estén translúcidos. A continuación, se añade el pimentón y se rehoga unos segundos antes de incorporar la salsa de tomate, el vinagre y una pizca de azúcar, dejando reducir a fuego lento durante unos 15 minutos. Una vez escurridas y secadas las patatas, se rocían ligeramente con aceite y se introducen en la freidora de aire a 190 grados durante 20 minutos, removiendo cada 5 minutos para conseguir un dorado uniforme en todas sus caras. Para servir, se colocan las patatas en un plato y se bañan generosamente con la salsa brava caliente, creando un contraste perfecto entre el crujiente exterior de la patata y la untuosidad picante de la salsa, todo ello con mucho menos aceite que en la versión tradicional.