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No es gula, es tradición: el gesto español que dispara tu apetito

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En España somos de costumbres firmes y rituales sagrados en la mesa. Una de estas prácticas, aparentemente inocentes, podría estar aumentando nuestro apetito sin que seamos conscientes. Ese pequeño vaso de agua fría que tomamos durante las comidas, ese gesto tan habitual en nuestro país, podría ser la razón por la que acabamos repitiendo plato, aunque pensemos que no tenemos tanta hambre.

Aunque suena extraño, lo cierto es que consumir agua fría mientras comemos tiene efectos sorprendentes en nuestro organismo. La temperatura baja del agua hace que nuestro cuerpo tarde más tiempo en detectar la saciedad, disparando así nuestro apetito y provocando que comamos en mayor cantidad. Esta curiosa tradición gastronómica española tiene consecuencias reales, y conocerlas puede ayudar a comprender mejor por qué acabamos las comidas familiares con la sensación de haber comido demasiado.

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COMER MÁS SIN DARTE CUENTA, CONSECUENCIA DEL AGUA FRÍA

Fuente Freepik

Cuando ingerimos líquidos fríos durante las comidas, nuestro sistema digestivo se ve obligado a calentar el agua antes de absorberla, ralentizando así todo el proceso digestivo. Este retardo en la digestión hace que las señales de saciedad lleguen más tarde al cerebro, haciendo crecer nuestro apetito y permitiendo que sigamos comiendo por más tiempo. Por eso, aunque estemos realmente llenos, la sensación de plenitud tarda en llegar.

Este detalle, aunque parece insignificante, marca una gran diferencia en la cantidad total de comida que ingerimos. No somos conscientes, pero cada sorbo de agua fría contribuye discretamente a incrementar nuestro apetito y, por tanto, a aumentar las calorías consumidas durante la comida. Es importante ser consciente de estos efectos, sobre todo si intentamos mantener una alimentación equilibrada.