La confusión entre profesionales dedicados a la alimentación y la salud es más común de lo que parece, generando un desconcierto que puede afectar directamente a quienes buscan asesoramiento especializado. El papel del dietista en el sistema sanitario español ha estado históricamente rodeado de ambigüedades terminológicas y conceptuales que dificultan su correcta identificación por parte del público general. Esta situación provoca que muchas personas acudan a profesionales sin la formación adecuada, comprometiendo potencialmente su salud y bienestar al recibir recomendaciones nutricionales sin el respaldo científico necesario.
La distinción entre estas dos figuras profesionales va mucho más allá de una simple cuestión semántica, adentrándose en terrenos formativos, competenciales y legales que resultan determinantes para la calidad asistencial. Los expertos del sector llevan años reclamando una clarificación normativa que proteja tanto a los profesionales cualificados como a los usuarios de servicios nutricionales. La realidad es que la mayoría de ciudadanos desconoce que existen diferencias sustanciales entre ambos perfiles, lo que genera una peligrosa equiparación entre profesionales con formación universitaria reglada y personas que han realizado cursos no oficiales de dudosa validez académica. Este desconocimiento no solo perjudica a los verdaderos especialistas, sino que constituye un riesgo para la salud pública que las autoridades sanitarias deberían abordar con urgencia.
4LA EVIDENCIA CIENTÍFICA: BASE FUNDAMENTAL DEL TRABAJO DEL DIETISTA
La adherencia a la evidencia científica más actualizada representa otro elemento distintivo en la práctica profesional del dietista. Su formación universitaria incluye asignaturas específicas sobre metodología de la investigación, lectura crítica de publicaciones científicas y medicina basada en la evidencia, lo que le proporciona herramientas para evaluar rigurosamente la validez de las informaciones sobre nutrición. Esta capacitación resulta especialmente valiosa en un campo como la nutrición, constantemente sacudido por modas pasajeras y recomendaciones sin respaldo científico que pueden comprometer la salud de quienes las siguen. El dietista aprende a discriminar entre estudios científicos metodológicamente sólidos y publicaciones de dudosa fiabilidad, priorizando siempre las revisiones sistemáticas y metaanálisis sobre anécdotas personales o investigaciones preliminares con muestras reducidas. Esta aproximación basada en la evidencia garantiza que sus recomendaciones nutricionales sean seguras y efectivas.
La conexión con el ámbito académico y científico se mantiene tras la graduación, ya que los dietistas están obligados a actualizar constantemente sus conocimientos mediante formación continuada acreditada. Los colegios profesionales y sociedades científicas organizan regularmente congresos, cursos y seminarios donde se presentan los últimos avances en nutrición clínica y se debaten las nuevas evidencias surgidas de la investigación internacional. Esta vinculación permanente con la comunidad científica asegura que el dietista incorpore a su práctica diaria los conocimientos más actualizados, abandonando recomendaciones obsoletas cuando nuevos estudios demuestran aproximaciones más efectivas. Las sociedades científicas específicas del ámbito de la nutrición, como la Sociedad Española de Nutrición Clínica y Metabolismo (SENPE) o la Academia Española de Nutrición y Dietética, desarrollan continuamente guías clínicas y documentos de consenso que establecen las mejores prácticas basadas en la evidencia para el abordaje nutricional de diversas patologías. Estos recursos, utilizados habitualmente por dietistas, garantizan la homogeneidad y calidad de las intervenciones nutricionales.