Cuando emigras, uno de los principales objetivos planteados por los migrantes es la regularización, la legalidad, ya que de este estatus depende todo lo demás, pero esta es una meta difícil de alcanzar. Largos tiempos de espera, trámites burocráticos y requisitos cambiantes convierten la regularización en un auténtico laberinto, para muchos un “viacrucis”, donde cada paso exige paciencia y, en muchos casos, el apoyo de asesores legales.
Para quienes buscan establecerse con estabilidad y seguridad, que es la mayoría, este proceso no solo es una cuestión administrativa, sino una prueba de resistencia ante un sistema que, en ocasiones, increíblemente parece diseñado para desalentar en lugar de facilitar la integración.
Más allá de los documentos e infinitos formularios presentados casi que diariamente y ante organismos diferentes, la regularización migratoria se ha convertido en un verdadero desafío humano. Y muchos olvidan que detrás de cada solicitud hay personas con historias (y no siempre son buenas historias, ya que cada proceso migratorio es único) y familias que dependen de una resolución favorable. Sin embargo, los obstáculos no terminan en la presentación de la solicitud,
Muchos se enfrentan a la incertidumbre de los plazos indefinidos, la falta de información clara y el temor a un rechazo que puede echar por tierra meses o incluso años de esfuerzo. Y a veces estos rechazos no solo dependen del país receptor, sino que siguen dependiendo de trámites administrativos en sus países de origen.
Burocracia interminable y requisitos confusos en el camino de la regularización migratoria
Uno de los principales problemas a los que se enfrentan los migrantes al momento de regularizar su situación en España, es a la burocracia excesiva que va unida a una falta de claridad absoluta. Las administraciones imponen un sinfín de requisitos que, en muchos casos, parecen diseñados sin considerar la realidad de los solicitantes.
Desde la necesidad de demostrar arraigo con contratos de trabajo difíciles e imposibles de conseguir en muchos casos, hasta la exigencia de documentos que solo pueden obtenerse en el país de origen, lo que dificulta aún más el trámite, lo que termina convirtiendo el papeleo en una carrera de obstáculos.
Pero es que además de tener que lidiar con una burocracia excesiva, las normas y procedimientos cambian con frecuencia, lo que genera mucha más confusión, incertidumbre, pero sobre todo frustración en los migrantes. Lo que un año era suficiente para obtener la residencia, al siguiente puede no serlo.
Esto obliga a los migrantes a estar en constante actualización, recurriendo a abogados o asociaciones para interpretar una normativa que no siempre es clara ni accesible para quienes más la necesitan, y todos estos trámites además de generar estrés y frustración, conllevan una carga económica para la que muchos migrantes no están preparados.
Tiempos de espera eternos y falta de respuestas
Uno de los grandes obstáculos a los que tienen que enfrentarse los migrantes, es la espera, que termina convirtiéndose en uno de los grandes desafíos en el proceso de regularización. Dependiendo del país y del tipo de solicitud, los tiempos pueden extenderse por meses o incluso años.
Mientras tanto, muchas personas se ven obligadas a vivir en la incertidumbre, sin acceso a derechos básicos como el empleo formal o la sanidad, dependiendo de la buena voluntad de empleadores informales o de redes de apoyo comunitarias, un proceso genera culpabilidad en los migrantes, por un proceso migratorio que es perfectamente normal y válido.
El problema se agrava por la falta de respuestas claras por parte de las autoridades cuando te las ofrece, pero en muchos casos la espera va asociada al silencio de los funcionarios y a una espera interminable de un correo electrónico.
Las oficinas de extranjería simplemente están colapsadas, y conseguir información precisa sobre el estado de un expediente es una tarea frustrante, aunque muchas veces los propios funcionarios no tienen claridad en el proceso debido a los múltiples cambios de la norma, lo que termina generando frustración en ambas direcciones. Esta incertidumbre no solo afecta a los solicitantes, sino también a sus familias, que dependen de una respuesta para realizar trámites de estudio o de salud.
Los principales cambios en la Ley de Migración
El nuevo Reglamento de Extranjería, que entrará en vigor el 20 de mayo de 2025, según los entendidos este nuevo reglamento, viene con cambios significativos, positivos y negativos para los migrantes. Introduce mejoras como la reducción del tiempo para solicitar la regularización por arraigo y la flexibilización de requisitos. Sin embargo, también representa retrocesos, especialmente para los solicitantes de asilo, dejándolos en situación irregular si su solicitud es denegada.
Entre los principales cambios, destacan los nuevos requisitos para la residencia por arraigo, como la necesidad de tener contratos laborales y medios económicos, así como el establecimiento de un régimen transitorio para personas en situación irregular tras denegaciones de protección internacional.
Otro de los grandes cambios introducidos en la norma, tiene que ver con la agilización de los procesos administrativos, que intentan reducir el temido tiempo de espera en casos específicos, como los de solicitantes de asilo, protección internacional o trabajadores en sectores con escasez de mano de obra. Sin embargo, no todas las modificaciones han sido favorables. El acceso a la nacionalidad sigue siendo un proceso largo y complejo, lo que limita las oportunidades de integración a largo plazo.
Las reglas migratorias siguen siendo distintas, dependiendo del país de origen, para algunos países este proceso será mucho más rápido, las exigencias administrativas serán diferentes y el tratamiento de los casos por parte de los funcionarios también será diferente, pero al final, no hay que olvidar que no se trata de países, sino de personas, pues son los migrantes los que se enfrentan a este viacrucis.